No sabemos si fue deliberado, pero de veras que el de ayer fue un final de día perfecto. De broma, podría decirse que sólo faltó el sexo. Tras tres sesudas mesas redondas -de distinta intensidad y carga de profundidad-, llegó el mejor debate -o al menos el más divertido- a las Conversaciones. En cinco años de festival, jamás se oyeron tantas carcajadas juntas en la sala de conferencias del Hotel Barceló Formentor. El artífice de tal catarsis fue el periodista de El País y escritor Jesús Ruiz Mantilla, quien se mostró lúcido por la vía de la risa, aunque quizá es cierto que poco tenía que decir sobre la novela negra -tema del debate-, hecho que no ocultó en ningún momento. El público se rindió al autor de Gordo por su rápida capacidad de relacionar cuestiones abordadas minutos antes en la misma mesa -lo que demuestra que sabe escuchar- y por su parodia indirecta a la figura del conferenciante formal y culto. Algo así como, ¿por qué hablar de Edipo (alta cultura) en este debate sobre literatura detectivesca si puedo echar mano de la archiconocida y popular (baja cultura) Lisbeth Salander? "Obsesionado como estoy con la postmodernidad, he optado por este personaje, que creo que es una gran catarsis de lo que todos queremos ser pero que tenemos miedo de ser", señaló. Bromeando sobre el peso corporal de la protagonista de Millennium o preguntándose acerca de lo que diría Freud sobre ella, el discurso del periodista tenía en realidad más miga de la que aparentaba. "Hay que ahondar también en lo light, que diría Enrique Vila-Matas. Voy a confesar que nunca he leído a Stieg Larsson, pero me ha tocado estar en esta mesa, gracias Basilio Baltasar, y he de decir que sí vi la adaptación cinematográfica que hizo David Fincher sobre su novela, con una Rooney Mara muy misteriosa, y sé que ahora todos ustedes se van a poner a buscarla en sus smartphones", indicó. El periodista reconoció su desconocimiento sobre el género - a pesar de que un editor le dijera que su primera novela le había salido negra-, y que con su intervención quería rendirle un homenaje a Michel Houellebecq, "he hecho como él en El mapa y el territorio, antes de la conferencia he ido a Wikipedia".

Desde un buen principio, únicamente echando un vistazo al programa, estaba claro que la mesa de las 18.30 horas, en la que participó Ruiz Montilla y que fue moderada por un brillante José María Nadal Suau, prometía. Por varios motivos. En primer lugar, por el tema, el género detectivesco, de raigambre popular. Y segundo, por uno de los ponentes, Jesús Ferrero, quien ya había dejado su impronta el día anterior tras polemizar con los editores (Basilio Baltasar le achacó ayer por la mañana haber usado un tono "grosero" con ellos). Para el autor de Bélver Yin, el éxito de este tipo de historias radica en que "todos nos hemos sentido detectives alguna vez, cuando por ejemplo caemos en el abismo de los celos". En este sentido, recordó a Swann, el personaje de Proust, que empezó a usar las armas de la investigación policiaca al sospechar de Odette. Para el escritor, el primer caso detectivesco en la historia de la literatura es Hamlet, sobre quien ya se debatió en la primera mesa redonda de la mañana, conducida por el crítico literario y coordinador del suplemento de libros de este diario Francesc M. Rotger y en la que participaron Carlos García Gual (que habló de Edipo) y José María Ridao.

Continuando con el género negro, Ferrero sostuvo que por encima de la estructura lo más importante tanto en éste como en toda novela es el personaje. "Si das con él y te sale bien, el lector te lo perdona todo. Excepto que quieras matarlo. Cuando Conan Doyle quiso matar a Sherlock los lectores se encabritaron mucho y le tildaron casi de asesino de una gloria nacional", concluyó. Por su parte, Maria Antònia Oliver, creadora de una detective mallorquina, señaló que cada vez que se alejaba de los preceptos o normas del noir le salía una novela aún más negra.

Otro de los elementos constantes en el género negro es la presencia de la femme fatale, tema que ocupó la mesa que compartieron Marta Sanz (muy didáctica y amena con su exposición sobre las características de esta tipología de personaje), Cristina Fernández Cubas (quien se centró en Sherezade) o Leila Guerriero, cuyo relato autobiográfico perfectamente hilvanado con la historia de Madame Bovary agradó a los asistentes que ayer abarrotaron la sala de conferencias. La buena acogida del texto sobre un sueño propio que también leyó Pau Faner en el debate sobre literatura picaresca moderado por el escritor y articulista de este diario Gabriel Janer Manila -con intervenciones de Fernando Savater y Olga Merino- demostró que la lectura de textos de creación -algo novedoso respecto a ediciones anteriores- está ganando terreno en las Converses, organizadas por la Fundación Santillana y el Govern balear con el apoyo del ministerio de Cultura. El programa se cerró con la proyección de un documental sobre el recién fallecido Cristóbal Serra.