Xiskya Valladares es una mujer de 43 años, natural de Nicaragua y residente en Mallorca. Le encantan las redes sociales, comunicarse con la gente a través de ellas, la información y la actualidad. Pero hay algo que ha hecho que los medios y, sobre todo, la red se hayan fijado en ella: es monja.

Nuestra protagonista, con más de 7.000 seguidores en Twitter, no solo lleva hábito sino que también es periodista y filóloga, además de llevar a delante una revista, ejercer como profesora y ser jefa del Gabinete de Comunicación del Centro de Estudios Superiores Alberta Giménez (CESAG) en Palma.

En su web personal revela que hace un par de años descubrió que había tres elementos inseparables para ella: el periódico, la cámara y la Biblia.

-¿Cuándo empezó a usar las redes sociales?

Empecé a usar Twitter habitualmente hace un año. En las otras redes estoy hace más tiempo, pero no de forma activa. Descubrí su utilidad a raíz de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando tuve la oportunidad de tuitear todo lo que vivíamos en Madrid. Descubrí que las redes no son ni buenas ni malas, sólo una herramienta más, pero que bien empleadas tienen una fuerza y un poder inimaginables.

-¿El resto de Hermanas de la congregación Pureza de María se animan a usar las tecnología en su día a día?

Sí, unas más que otras. Casi todas usan Facebook. Y, por supuesto, todas las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que les son útiles para dar clases y para sus tareas evangelizadoras.

-¿A cuántas de ellas ha conseguido convencer para que se abran un perfil en alguna red?

Para la red que hay que intentar animarlas, y es donde más les reclama la gente, es Twitter. Ahí hay, que yo sepa, unas diez Hermanas solamente, pero no muy activas.

-¿En cuántas redes sociales podemos encontrarla?

Utilizo Twitter fundamentalmente para una comunicación más amplia. Me permite una mayor interactividad con el mundo en general. Uso Flickr para compartir mis fotos y aprender de otros fotógrafos. Esto mismo es lo que hago en Youtube pero con los vídeos. También utilizo Instagram para el tema de las fotos. Facebook lo tenía, en un principio, sólo para mis amigos reales y familia.

-¿Desconecta en algún momento?

Sí, claro. De lo contrario me volvería loca y no tendría nada que aportar. También hace falta silencio para llenarse una. Lo que pasa es que algunos tuits los programo mediante herramientas como Hootsuite, y a veces puede parecer que estoy más de lo que en realidad es.

-En su página web afirma que es inconformista, que cree en la gratuidad, en la solidaridad yen la libertad. ¿Cree que los medios de comunicación y la sociedad actúan bajo esas premisas?

Difícil pregunta. No me gustan las generalizaciones. Creo que hay periodistas y periodistas. En España hay bastante libertad de prensa, la gente suele ser muy solidaria y sí hay inconformismo. Pero, en mi opinión, hace falta algo más que mueva realmente a la acción personal. Nos quedamos mucho en la boca, quizás nos falta ser menos egocéntricos y unir más los esfuerzos hacia un bien común sin divisiones.

-Todos los temas tienen cabida en las redes. ¿De qué habla en ellas?

Antes comentaba más la actualidad intentando darle un sentido cristiano. Últimamente, me dedico más a escuchar e intentar animar a la gente. Suelo usar un hastag cada noche que dice #arezaryadormir bajo el cual dejo siempre una frase de esperanza, y por la mañana intento dejar un versículo del evangelio del día. Pero no quiero dejar de comentar la actualidad, me parece importante vivir la fe con los pies sobre la tierra, aunque a veces algunos no entiendan qué hace una monja comentando las noticias del día.

-¿Qué experiencia personal le ha dado el uso de las redes?

Me han enriquecido mucho los diálogos con los demás tuiteros, siempre aprendo de ellos. Lo que la gente piensa, siente y vive es tan rico que muchas veces acabo como pisando tierra sagrada. También me han enseñado mucho los 'trolls'. Puedo decir que gracias a Twitter he aprendido que no hay que creerse nunca ni los insultos ni las alabanzas.

-Los insultos, el rechazo y los ataques en Twitter son fáciles y gratuitos. ¿Le han llegado tuits de rechazo por el hecho de ser monja o por los mensajes que lanza?

Muchos, aunque cada vez menos. Algunos días he vivido auténticas avalanchas de acoso. Sobre todo cuando he opinado sobre cuentas 'fakes' irreverentes contra mi fe, o cuando he animado a defender la vida, o cuando he expresado que algunas cosas del 15M no me gustaban. La libertad debe ir de la mano del respeto y a veces eso no sucede en la red.

-¿Qué hace cuando le llegan insultos?

Sinceramente, al principio me impresionaban. Hoy a veces hasta me dan risa. Ante la mala educación, los insultos o las amenazas lo mejor es la indiferencia. Muchas veces lo que buscan es solo protagonismo. Pero también es verdad que algunos trolls me hacen reflexionar; hay cosas en las que a veces tienen razón, lo malo es que lo dicen con amargura o con ira, y eso nos impide un diálogo que podría ser interesante.

-En su página declara que usa la Biblia para actuar con cautela en las redes. Algunos creerán que algo tan antiguo no puede luchar con los avances tecnológicos del siglo XXI. ¿Cómo defiende usted la palabra de Dios en las redes?

No hay mensaje más actual que el de la Palabra de Dios. Por ejemplo, "amad a vuestros enemigos" es lo más inteligente y actual que se puede decir. O bien, "haz con tu prójimo como harías contigo mismo", ¿no es acaso la empatía necesaria para relacionarnos? Lo que pasa es que a veces no sabemos leer la Biblia y muchas veces tampoco sabemos comunicarla. Pero Dios sigue hablándonos hoy.

-Aunque usted es monja y tuitera y pese a que hace algo más de un año pudimos ver al Papa Benedicto XVI escribiendo un tuit en un iPad, muchos acusan a la Iglesia de haberse quedado atrás. ¿Usted qué considera?

La Iglesia está haciendo esfuerzos importantes por actualizarse. Acaban de sacar hace tres meses un nuevo portal en internet (www.news.va), se está preparando el Twitter personal de Benedicto XVI, muchos cardenales y obispos están ya en la red, sé de congresos de católicos tuiteros en países latinoamericanos, etc.

Pero es verdad que la Iglesia se 'sube tarde al carro' de las tecnologías, cuando en la red ya no se habla del 2.0 sino del 3.0. Coincido en que necesitamos actualizarnos, cambiar de mentalidad, desacomodarnos, aprender este nuevo mundo al que Juan Pablo II llamó "el sexto continente". Y, aunque un poco tarde, estamos en ello.

-Las redes han sido capaces de movilizar a la población y hacerles salir a la calle a protestar por lo que consideran injusto, como sucedió con el movimiento 15M. ¿Ha estado usted en alguna manifestación?

Estuve un día completo en Sol cuando empezó el 15M. No para unirme a ellos, sino para ver por mí misma qué era aquello y valorar si valía la pena o no. Yo no creo en las revoluciones que nacen de la indignación y la violencia. Creo más en las revoluciones de la conciencia y del amor.

-Exactamente, ¿qué no le convenció del 15M?

Del 15M no me gusta, sobre todo, la anarquía del movimiento del que no es un movimiento en el que se pueda saber la ideología o la identidad propia. Igual caben cristianos de base como feministas o como hippies. De hecho, no tienen un representante o un portavoz. Para mí esto es un problema importante porque es no tener una identidad propia. Lo único que les une es la indignación y no basta. He leído a toda la lista de sus objetivos o sus pretendidos lineamientos sobre los que actúan y encuentro en ellos contradicciones lo mismo pretenden defender la libertad como también ir en contra de las manifestaciones religiosas en lugares públicos como la escuela. Tampoco estoy de acuerdo con las ocupaciones de propiedades privadas que están realizando me parece una falta de respeto importante. En Twitter muchos se han manifestado muy violentos e insultantes hacia mi. Eso significa que no hay una intención de diálogo con quien piensa distinto a ellos.

-La Iglesia en general, ¿saldría a la calle a protestar?

Yo sí he vistos hombres de Iglesia en protestas públicas. No hace mucho quien encabezó la toma de la catedral de la Almudena fue un sacerdote con sus parroquianos. Los respeto. Pero no lo considero eficaz.

-La red también ha reavivado una polémica eterna: la de si la Iglesia es machista y siempre deja a la mujer en un segundo plano. Usted, como mujer y como miembro eclesiástico ¿Qué opina?

Lo único que una mujer no puede hacer dentro de la Iglesia es consagrar y absolver pecados; es decir lo referente al orden sacerdotal. Creo que la mujer sigue moviendo realmente el mundo, aunque sean los hombres los que más aparezcan. Recordemos a la Maria Teresa de Calcuta, por ejemplo. Yo nunca me he sentido excluida o rechazada en la Iglesia por ser mujer. Pero sí es verdad que también entre los clérigos hay hombres machistas y hombres que no lo son. Como en todas partes.