Para Murad Khan Mumtaz (Pakistán, 1980) y Alyssa Pheobus (EE UU, 1982), el arte tiene la capacidad de poder recuperar el conocimiento del pasado, e incluso ampliarlo, perfeccionarlo y darle otra perspectiva. El arte vendría a ser un método científico más de aproximación a la realidad. Esta premisa es la que han aplicado ambos creadores al proyecto que han venido desarrollando a lo largo de dos meses de residencia artística en Mallorca, una investigación que podría descifrar finalmente el misterio de la inscripción esculpida en la finca Santa Eulàlia, situada en el terreno limítrofe con Palma y Calvià, en concreto entre son Vida, Son Muntaner y Son Suredeta. En un tour histórico por la isla buscando las huellas de la memoria mallorquina (leitmotiv del proyecto), los artistas recalaron en la possessió actualmente propiedad del ministerio de Defensa. "Es una finca que aparece ya documentada en la época de dominación árabe con el nombre de sanad al-uliya y en el Llibre del Repartiment", explica Eva Shakouri de La Caja Blanca, promotora de la investigación de Murad y Alyssa que se materializará en una exposición en la próxima Nit de l´Art. "Los artistas dieron con unas escrituras que parecen hebreo muy antiguo que nadie sabe en qué idioma están. Se sabía de su existencia, pero nunca se han estudiado", continúa la galerista. Lo cierto es que la Universitat de les Illes Balears, apunta Shakouri, está intentando descifrarlas y los artistas pondrán en manos de distintas universidades americanas y orientales las imágenes de las inscripciones para su posterior análisis.

Precisamente redescubrir la historia de un lugar desde el punto de vista y desde las herramientas de otra cultura es lo que está detrás del trabajo de Murad y Alyssa, que ayer pronunciaron una conferencia en CaixaFòrum de la mano del Círculo de Bellas Artes. Amén de captar sobre papel la huella de la misteriosa inscripción de Santa Eulàlia, el proyecto consta de más capítulos. Por una parte, el artista pakistaní, eminencia mundial en la técnica de la pintura en miniatura, ha realizado una intervención sobre dos pasaportes caducados, en concreto los de Eva y Amir Shakouri. "En los pasaportes españoles hay toda una simbología sobre la conquista", explica Murad. "Estos documentos son una especie de diario de las conquistas, y por ello he decidido intervenirlos a partir de imágenes de la cartografía antigua", indica. En este sentido, ha utilizado símbolos y dibujos de los mapas que los otomanos trazaron de Balears, y los que Jafudà Cresques y discípulos pintaron sobre Oriente. Su técnica tradicional (llega a pintar con un pelo de paloma), que ha sido expuesta en Art Basel Miami o en la Tracy Williams –una de las galerías más prestigiosas de Nueva York–, también ha abrazado la iconografía medieval y religiosa. Es el caso de una serie de pinturas en miniatura de paisajes captados en el casco antiguo de Palma. Murad muestra una pequeña pintura en papel wasli –el último maestro que sabía cómo fabricarlo se murió hace pocos años– inspirada en el retablo de Sant Sebastià de la Catedral.

Por su lado, la investigación de Alyssa Pheobus, cuya obra ha sido seleccionada para formar parte de la colección del MoMA, está muy ligada al feminismo y a la memoria de las mujeres. En este sentido, la estadounidense, presente en la colección del respetado Raymond Learsy y casada recientemente con Murad, se centró en los bordados de Mallorca. Con la ayuda de los historiadores Aina Pascual y Jaume Llabrés se adentró en la excepcional colección del convento de las Caputxines. Huellas sobre papel hecho a mano de filigranas de hilo y dibujos sobre las diferentes tijeras de coser (a cada monja que ingresaba se le obsequiaba con un par customizado) funcionan como retratos de las féminas que vivieron en clausura. La artista también desarrollará, gracias al taller de Guillem Bujosa, una pieza de roba de llengües pensada para dialogar con un espacio arquitectónico. Por último, una intervención sobre billetes de las antiguas pesetas le sirve a la pareja para reflexionar sobre el valor cambiante del dinero, las relaciones de España con el euro y la evolución de la iconografía que explotaban los diversos gobiernos en la moneda en papel. Una historia del poder matizada por las subtramas de personajes anónimos. La intrahistoria de Mallorca contada desde la tradición miniaturista de Murad y la técnica más contemporánea de Alyssa.