Rafael Aníbal (Sevilla, 1983) es periodista. Licenciado por la Universidad Carlos III de Madrid, posee un Máster de Periodismo en Televisión y un Posgrado en Redes Sociales. Ha trabajado entre otros medios en Editorial Prensa Ibérica, formando parte del equipo de redacción de diariodeibiza.es. Intrépido y ambicioso, este joven gusta de pasear su mochila por el mundo y disfrutar de sus amistades. Le preocupa el fatalismo, la emigración y la precariedad intelectual. De hecho Aníbal cuenta con un popular blog en la red llamado Pepas y Pepes 3.0 en el que trata casos de emigración española.

-'Aquellos maravillosos años', bonito nombre para un libro tan triste

Puede que tenga razón, pero creo que resume a la perfección el contenido del libro. Creemos que en este caso hemos conseguido que el continente y el contenido vayan de la mano. Además, ¿hay alguien que todavía se atreva a asegurar que la última década no ha sido la de 'Aquellos maravillosos años'? Basta con recordar el "trabajo para todos", "el pelotazo del ladrillo", "las proliferación de las prestaciones sociales"? vivíamos en una especie de sueño que ha terminado por convertirse en una pesadilla de película de serie B, y de la que nadie se aventura ya a asegurar cuándo vamos a salir.

-¿Cómo surge la idea de este libro?

Por un lado, estaba la absurda clase política a la que había que retratar. No podíamos dejar de referir los escándalos de macro y micro corrupción que han asolado este país durante los últimos tiempos. Sentimos la necesidad de llevarlos a un libro y tratarlos de la única manera posible, es decir, con mucho descaro e ironía. Estábamos entre esta opción o tirarnos por un puente (risas), por amor a nuestros seres queridos y por plantar algo de batalla nos decidimos por lo primero. Y por otro, y quizás lo que más nos ha motivado a emprender un proyecto de estas características, el enfado que como ciudadanos nos produce que nadie asuma culpas, que nadie dimita y que no haya cambios sustanciales a la hora de hacer las cosas tras demostrarse que estamos ante una clase política inoperante y chiflada, y que más que mirar por el pueblo soberano el único interés que tienen es el de llenarse sus propios bolsillos.

-¿No cree que sea peligroso banalizar temas tan serios como la corrupción o el desfalco público?

En absoluto, creo que como ciudadanos tenemos muy claro dónde están los límites entre lo que es serio y lo que no lo es, y la clase política y sus acciones se encuentran por derecho propio en este segundo apartado. El libro está concebido como un singular homenaje a la picaresca del Siglo de Oro español y a los muchos pícaros y pícaras que durante años han poblado la magnífica literatura castellana. ¿Banalizar? No ¿Llamar a las cosas por su nombre? Sí.

-¿Nos puede hablar de alguno de los casos concretos que aparecen en él?

Personalmente, y con respecto a temas de despilfarro, me quedo con uno que desconocía y que me dejó traspuesto después de leer el libro. Le hablo de la Cidade da Cultura de Galicia, también conocido como el "Mausoleo de Fraga". Costó más de 400 millones de euros a los gallegos y en la actualidad no está abierta ni en funcionamiento porque no hay dinero para mantenerla. Entre los diversos edificios con los que cuenta este proyecto, se encuentra el Centro da Música e das Artes Escénicas, que está concebido para realizar tres montajes de ópera a la vez, algo que hasta la fecha solo es posible en el Lincoln Center de Nueva York. Ahí es nada.

En cuanto a los temas de corrupción, hay muchos curiosos y tremendos, sin embargo el que más llama mi atención por obsceno y desmedido es el de la Muela, en Aragón. Esta es una pequeña localidad de la provincia de Zaragoza y que "enriqueció" sobremanera a su alcaldesa, María Victoria Pinilla, de tal modo, que en pocos años había trincado tal cantidad de dinero del erario público como para comprarse una casa en la urbanización de Julio Iglesias en República Dominicana o poseer varias viviendas en la zona de Cádiz. La Muela es una población que cuenta con alrededor de 5000 habitantes, imagínese. Creo que ambos ejemplos son muy clarificadores de la España de aquellos maravillosos años.

-¿Han sufrido algún tipo de presiones a la hora de tratar alguno de los temas?

Ojalá, pero no, ya sabe que toda promoción es buena (risas). Suponemos que en estos momentos están todos demasiado ocupados intentando controlar la prima de riesgo, cómo hacerse zancadillas entre ellos o esperando que ese opio que es el fútbol haga sus efectos entre la población.

-¿Se han dejado algo en el tintero?

Si hablásemos de toda la corrupción que hay en España, tendríamos que haber editado una enciclopedia y no se puede olvidar que 'Continta me tiene' es una editorial pequeña y que, a su vez, queríamos hacer un libro de impacto. Hubiese sido imposible. Hemos tratado los temas más flagrantes, surrealistas y llamativos. Fíjese que hasta hemos incluido un ´corrupcionario´, a modo de glosario de términos imprescindibles en el manual de todo buen corrupto. Opino que el volumen, sin ser exhaustivo, está bastante completito.

-En su libro dice que "en España se premia la inmundicia y se castiga el talento", ¿a qué se refiere con eso?

Solo hace falta echar un vistazo a la clase política y, en oposición, a la cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que se ven obligados a abandonar España ante la falta de oportunidades, y que poseen un currículum tanto intelectual como profesional que está a la altura del de cualquier otro ciudadano europeo. O también, a los profesionales de larga trayectoria que han sido despedidos de sus puestos de trabajos y a los que les espera un futuro, llamémosle, amablemente, incierto, mientras unos señores con relativa experiencia y dudables conocimientos dirigen un país sin que parezca que lo estén haciendo precisamente bien.

-El libro plantea un presente y un futuro cercano bastante desoladores, ¿no dejan ninguna puerta abierta al optimismo?

No sabría qué responderle. Optimismo siempre debe haber. Somos una sociedad madura y formada, no podemos caer en el fatalismo, sería terrible. Creo que hay ciertos movimientos sociales que ayudan a pensar en el optimismo, en una sociedad que aspira a tener los gobernantes que se merece y en la que los delitos se castigan, no se olvidan. Hablemos dentro de unos años y veremos.