La cocinera y gastrónoma Maria Esteva Ferrer (Cala Rajada, 1924) falleció el domingo en Palma de manera repentina. Su hijo, el galerista Joan Guaita, y sus más allegados la despidieron ayer en el cementerio de Capdepera, y la misa funeral en su memoria se celebrará mañana miércoles a las 20,15 en la iglesia de Sant Francesc de Ciutat.

Intuitiva y sabia, fue Maria Esteva conocida por su generosidad como perfecta anfitriona y por su toque maestro en los platos. Se puso al frente de la pensión familiar en los años 60, en los 80 cambió de negocio y abrió en Palma el restaurante Cambalache de Santa Catalina, donde combinó la cocina con las exposiciones artísticas. Una década después inauguró otro local en el Terreno, Dos copas, que acabó convertido en galería de arte siguiendo la vocación de su hijo Joan. Juntos animaron veladas que se recuerdan por la excelencia de la mesa y de la conversación. Por su aportación a la gastronomía isleña, recogida en dos libros, el último Els perfums meravellosos, el Govern le otorgó el Premi Ramon Llull en 2007.