Tras superar la "pesadilla" de volar en avión, llegó ayer a Palma una Niña Pastori discreta, con el pelo oculto bajo su sombrero, reservado para el directo. La gaditana, invitada por el VII Festival de Flamenco de Mallorca, presentaba en el Auditòrium su último trabajo de estudio, La orilla de mi pelo, un disco con un sonido más po . "A Chaboli (su marido y productor) y a mí nos apetecía un cambio".

Antes de enfrentarse a las preguntas de los medios, la artista pide unos minutos para retocarse en la habitación. En Son Sant Joan, explica, casi le pierden las maletas, por eso la rueda de prensa que tiene lugar en el hotel Marina Luz, en Cala Estancia, empieza con retraso.

"Después de darle varias vueltas a las canciones y probar con distintos arreglos", La orilla de mi pelo (octavo álbum de estudio) quedó marcado por "las guitarras eléctricas y baterías más rockeras".

A pesar de esto, en el concierto de anoche se escucharon guitarras acústicas, flamencas, un bajo, teclados, percusión y batería. "Les hemos dado un par de vueltecitas a los temas (clásicos), los del nuevo suenan igual" que la versión de estudio.

"Los flamencos me quieren y yo les quiero a ellos", apunta la gaditana al cuestionarle sobre si La orilla de mi pelo ha gustado a los más puristas. "Nunca he sido muy ortodoxa". "No es sorprendente que yo haga algo así, creo que no hay que cerrarse puertas", aclara, haciendo alusión al resto de su discografía en la que e ha tocado todos los palos.

"Yo soy flamenca pero si tuviera que definir mi estilo –vacila– diría que hago música del mundo". "En las canciones hablo de mis vivencias" y en esta ocasión, "hemos hecho algo positivo, no por hacer la contraria, sino porque la música puede ayudar: te lleva de un lado a otro. No todo son cosas malas", dice.

Niña Pastori, que canta desde que está en el "vientre" de su "madre", recordó el momento en que ganó el Grammy Latino Flamenco 2009 por su trabajo Esperando verte que le llevó a lo más profundo del cante, atreviéndose con soleas y mineras, tan sólo acompañada de una guitarra: "Fue un momento bonito, pero un premio no es más que eso".

El cantaor Antonio Núñez Chocolate fue distinguido con el mismo galardón en 2002 y se preguntaba: "¿Qué hago yo con esto, me va a dar más conciertos, más festivales"?, explicó la cantaora que señaló que lo importante era el trabajo y "ganar nuevos seguidores" porque "no es fácil mantenerse en un estilo minoritario como el flamenco".

El Festival Flamenco Mallorca ha celebrado este año su séptima edición y por él ha pasado también, además de la gaditana, Pitingo, que actuó el pasado 11 de junio en el Auditòrium de Palma acompañado del coro de gospel The Black Heritage Singers of New Orleans.