Loquillo dice que siempre procura "trabajar con los mejores" y con 'Su nombre era el de todas las mujeres'. Loquillo canta a Luis Alberto de Cuenca", el 'vampiro' roquero del 'cádillac solitario' regresa al mercado poniendo música a algunas de las composiciones del que él llama "el poeta de la modernidad".

José María Sanz Beltrán (Barcelona, 1960), alias Loquillo, ha saldado una "cuenta pendiente" con este "proyecto coral", recientemente publicado por Warner, que se ha ido cimentando lentamente desde hace doce años, de la mano del músico Gabriel Sopeña y del productor Jaime Stinus.

"Siempre procuro trabajar con los mejores, nunca con gente inferior. Es la mejor manera de crecer", ha dicho en una entrevista con Efe el artista catalán, que destaca el "reto" de colaborar con un artista español vivo, Luis Alberto de Cuenca, el cual se declara profundamente "satisfecho" con los resultados.

"Es el poeta de la modernidad, el más cercano a lo que conocemos como cultura del rock ya que, ante todo y sobre todo, fue letrista de rock", subraya el músico sobre De Cuenca.

Tras ponerle melodía a otros poetas con los que dice compartir una visión común, un ánimo de "transgresión" y "una línea clara", el antiguo líder de los Trogloditas ha tomado prestado de este autor su imaginario femenino, a través de piezas escritas de los 30 a los 50 años, "que era la etapa que más se acercaba a mí", dice él.

Referencias compartidas del mundo del cine, de las heroínas del cómic, de poetas como Pere Gimferrer o Juan Eduardo Cirlot se entremezclan en estas composiciones, interpretadas tras "años de interiorizar al poeta".

"Él dice que muchos de sus poemas podrían ser canciones mías", destaca Loquillo, que habla de la "simbiosis perfecta" nacida entre ambos artistas.

No han funcionado igual de bien todos sus proyectos conjuntos. Por ejemplo, su anunciada reunión musical con Enrique Bunbury, Jaime Urrutia y Andrés Calamaro no ha llegado a prosperar.

"Supongo que no todo el mundo está por la labor y también creo que hay gente que tiene que madurar. Quizás por eso se ha quedado a medias ese proyecto, que espero que algún día pueda realizarse. Sería muy bueno para la música de este país", dice al respecto.

"Insisto en que había demasiada gente metida en esto y a veces las cosas es mejor que las hablen los artistas en persona", lamenta Loquillo, que habla de "una falta de comunicación grave" y de injerencias de "mánagers y gente de fuera que tiene otra visión de las cosas".

Consciente de que los titulares que ofrece a menudo hablan más alto que sus canciones, el artista admite que "a la larga es rentable" y que no cree que las cosas que dice sean "tan exageradas".

"En todo caso, creo que se ha perdido la costumbre de decir lo que se piensa; una mala señal, sobre todo en el mundo de la cultura, porque eso puede significar que está en alguna medida controlada o que hay miedo a las represalias", apunta.

De la sentencia que el pasado mes de diciembre le condenó a tres meses de cárcel y a compensar con 3.500 euros a un hombre al que propinó un puñetazo, a la salida de un bar de San Sebastián, se limita a comentar que, "de esos temas, habla mi abogado".

Tras cumplir 30 años de carrera, admite que se metió en el mundo de la música porque le gustaban las chicas, subirse a un escenario y que le pagaran por ello y que, a día de hoy, sigue porque aún se divierte, aprende y le encanta descubrir todos los personajes que lleva dentro.

En eso se parece a su definición del rock, "la primera música mestiza que existe".

"El rock se transforma. Es muy vampiro y siempre encuentra a alguien de quien alimentarse. Creo que en España hay dos grandes vampiros, Enrique Bunbury y yo, que siempre estamos quitándole la energía a alguien en el buen sentido o dejándonos influenciar", cuenta.