Narcís Serra descubrió el mar a Barcelona. Se inventó una ciudad tan olímpica que llegó a debatirse la celebración de los Juegos a perpetuidad en sus estadios. Después hizo saltar la banca. Entre medias, pacificó de ministro a los militares golpistas post 23-F, con una táctica que hoy imitan los norteamericanos en Irak y Afganistán. Consiste en pagar a los sedicentes más dinero del que les reportarían sus aventuras. Siempre tuvo los pies planos en el suelo. De ministros firmaba Narciso en el BOE.