Benedetta Tagliabue (Milán, 1963) siempre dice que mantuvo con Enric Miralles "un romance de rascacielos". Nueva York les unió y Barcelona les consolidó. Como pareja y como arquitectos. A día de hoy trabaja en aquel estudio que fundó con su compañero, el mismo que proyectó el pabellón español en la Expo de Shanghái. La arquitecta, invitada por la conselleria de Vivienda, pronunció ayer una conferencia en el Laboratorio de Arquitectura Francesc Quetglas, donde puede visitarse la exposición Le Corbusier en la India.

­–¿Cómo se cuenta un país a través de un edificio?

–Hay que dar una imagen que la gente recuerde. Hay que ser muy evidente por el nivel de atención que tienen los visitantes en una exposición como ésta. Y eso es difícil en un país tan lejano. Por otra parte, debíamos tratar también el lema propuesto en la Expo, que era "Mejor vida, mejor ciudad". Y pensamos que, como en China, España también vivió el paso de un mundo rural a otro más urbano. Y que nuestro país ha tenido capacidad para unir las dos cosas. Por eso en el pabellón está el campo, el tema de la manualidad, el mimbre.

–¿Estará pendiente de lo que pase con él?

–Sí. En China han sido muy generosos. Quieren mantener el edificio. Se han reunido con nosotros y nos han preguntado cómo lo reutilizaríamos para la ciudad.

–¿Confía en que no tendrá un final triste como los edificados en Sevilla por la Expo´ 92?

–Shanghái es una ciudad que está en un momento de gran crecimiento. Hay muchos proyectos en marcha. Sé que no pasará porque es un equipamiento que se necesita. No todos los casos son como Sevilla. En Barcelona, con la Villa Olímpica, pasó algo parecido: hubo una reforma que se necesitaba y la zona está a pleno rendimiento.

–¿Cree que el Palacio de Congresos de Palma tiene la mejor ubicación?

–No conozco mucho Palma. Pero creo que tiene una ubicación maravillosa. Es un edificio muy grande, eso es cierto. Pero me parece un proyecto precioso que puede volver a darle empuje a toda esta zona de la ciudad que mira al mar. Es una operación importantísima.

–Los inversores privados se han ido retirando del proyecto.

–Es una falta de responsabilidad. Por otra parte está claro que hay un problema inmobiliario terrible en España. Es difícil que haya quedado alguna empresa grande con una solvencia económica fuerte.

–¿Qué hacemos con tantos pisos sin vender?

–No lo sé.

–¿Puede suceder que la crisis inmobiliaria no tenga fin en España?

–No lo creo, porque sabemos que todo son ciclos. Pero está claro que la economía de nuestro país no podía basarse toda en el negocio inmobiliario. Un país tiene que tener más recursos o inventárselos. Estamos en una época en la que hay que inventar. El mundo del trabajo se está revolucionando ahora con las redes sociales.

–Los bancos se van a quedar con toda la arquitectura de este país.

–(Risas) Bueno, yo haría una distinción entre la arquitectura y construir a saco. La arquitectura tiene que seguir. Es cierto que a partir de ahora no habrá las cantidades que se han pedido hasta ahora para los proyectos. Deberemos salir incluso del país y ofrecer otros servicios. La arquitectura es calidad. Hay etapas en las que no se ha construido tanto y han sido las más ricas en experimentación.

–¿Cuando hay dinero la arquitectura es más conservadora?

–Sólo sobre el papel. Porque en estos años de boom los arquitectos han tenido la posibilidad de poner en práctica sus ideas. Y todo hay que decirlo: se ha hecho muy buena arquitectura en el espacio público.

–Si en las urbanizaciones nuevas ya no hay plazas grandes, ¿dónde podrá manifestarse la gente?

–(Risas) No creo que eso sea así en todos lados. En Barcelona no pasa. En Barcelona hay clínicas fantásticas, hasta las cárceles son magníficas. En las afueras es cierto que se ha crecido alrededor de los almacenes o las fábricas. Son lugares con poco pensamiento, un poco salvajes y que contaban con menos espacio público. Pero ahora se están recuperando algunas de esas zonas, como hicimos con Nou Barris, para hacer más espacios públicos.

–¿Por qué muchos políticos quieren tener su palacete?

–No conozco ningún caso.

–En Mallorca los hay...

–Aquí [en Barcelona] son más discretos.

–¿ "Integrar" es su palabra favorita?

–Me encanta. Expresa mucho la idea de intentar aceptar lo que hay. Construir lo nuevo ordenando. Crear lugares con muchas posibilidades. No somos puristas o minimalistas; en la arquitectura es muy importante la pluralidad y la convivencia.

–A día de hoy, ¿construir o reconstruir?

–Siempre cuando construyes reconstruyes. Siempre tienes un precedente sobre el que actúas. Cuando actúas en el desierto estás en el desierto, trabajas sobre esa naturaleza. Tú no eres tan importante para creer que has construido algo. Eres un elemento más en ese paisaje.

–Eso, manteniendo el ego a raya.

–Claro. Hay que tener claro que en el tiempo no se es nadie. Que ha habido tantas generaciones antes que tú. Además, sabes que tu obra después la volverán a integrar o te la destrozarán. Cada cual hace lo que puede en el tiempo que le toca vivir.

–¿Necesita el mundo las óperas y los puentes de Calatrava?

–(Risas) Si los piden, sí. Hay mucha gente que los pide. Calatrava es un señor que hace un buen trabajo y con mucha fe.

–Aparte de los políticos, ¿quién los pide?

–Gusta a mucha gente. Sí, muchos políticos piden su obra. Es un arquitecto que actúa y se nota.Puede cambiar una ciudad.

–El denunciado mal estado de conservación de Venecia, el desplome de la Casa de los Gladiadores en Pompeya... Como milanesa, ¿sólo le preocupan a Berlusconi las velinas?

–Italia es muy complicada. Y Pompeya más. Italia es así: hay muchas influencias, la Camorra. Berlusconi crea su propia televisión en los diarios. El Corriere della Sera es como el ¡Hola! Berlusconi como mínimo consigue que se hable de Italia en todo el mundo.

–Usted va en bici hasta su estudio. ¿Son todas las ciudades aptas para tener carriles-bici?

–Hay que pensárselo mucho antes de ponerlos. No toda Barcelona es apta. En algunas partes, como el Eixample, no funciona tan bien porque no hay espacio. En el casco antiguo sí que funciona. Lo que está claro es que hay que hacer un trazado bien hecho y considerar al que va en bici por la ciudad, con su abrigo y sus tacones y en una bici de paseo, como un peatón más.

–¿Se puede provocar aún con la arquitectura?

–Sí. Mira con el Palacio de Congresos de Palma, que ha tenido a la ciudad dividida.

–¿Qué le apetecería más renovar si se lo propusieran: el Bernabeu o el Camp Nou?

–Un nuevo Camp Nou porque estaría cerca de mi casa. Es lógico, soy culé. El fútbol me divierte mucho.