Regresa a Mallorca después de una ausencia de más de 10 años. El consagrado violinista Manuel Guillén Navarro, catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, actúa esta noche como solista junto la Orquesta Sinfónica de Balears y la coral de Universitat de les Illes Baleares en un concierto muy especial para él. El recital supone su reencuentro con el director catalán y compositor de algunas de sus piezas, Salvador Brotons, al que le une una gran relación, y también con el repertorio del músico americano Samuel Barber, cuyo concierto para violín no había vuelto a interpretar desde que lo estrenó en Pamplona en los años 90. Será la primera vez que se oiga en Mallorca y lo hará con motivo del aniversario de su muerte. "Tenía muchas ganas de volverlo a tocar", admite. Fue creado por encargo para un joven adinerado, explica. Y Barber le escribió las dos primeras partes que interpretó de forma ágil, pero la tercera fue incapaz de hacerlo, prosigue. Requiere gran destreza y habilidad, es "muy técnico y difícil para el violinista".

La obra también da protagonismo a la orquesta con solos interpretativos que conectan con el violín. "Es una joyita" –declara– de un maestro poco conocido y que, en su opinión, vale la pena ser escuchado.

El recital fusiona, así, compositores estadounidenses, en los que Guillén se especializó durante su formación académica en EE UU, y de Balears con piezas del ibicenco Narcís Bonet. Se trata de un concierto "muy melódico, expresivo y ameno", asegura, apto para todo tipo de público, centrado en la música de los siglos XX y XXI, afirma.

Manuel Guillén vive por y para la música. "Ser solista es muy complicado tienes que estar entregado al 100%", requiere "mucho sacrificio y esfuerzo", asegura, y muchas veces el rédito económico que se obtiene no compensa. "Es una forma de vida", añade.

Bebió de los grandes como Vartan Monoogian, fallecido en 2007, con el que creó fuertes lazos. "Fue mi padre musical; un gran músico, excelente persona y un maestro con un gran corazón", indica emocionado. Fue precisamente Monoogian quien le dio la ´tutela´ de Francisco García Fullana, un mallorquín prodigio con un talento innato del que se dio cuenta nada más verlo. "Un músico nace y se hace con mucha dedicación". "Hay que estudiar de cuatro a cinco horas al día e incluso más", detalla Guillén, que echa en falta más apoyo institucional o de entidades privadas que contribuyan a la formación de los músicos en España.