"Perdimos Mallorca, perdimos la Guerra". Así se expresó en su día el capitán Alberto Bayo (Cuba, 1892-1967), quien desembarcó en la isla el domingo 16 de agosto de 1936 con una misión: liberarla de los nacionales y recuperarla para el bando republicano. Una empresa que fracasó y que dio al traste con la carrera en España del discutido militar.

Pero, ¿por qué? ¿Qué sucedió? De sus memorias de guerra, reeditadas recientemente por el mismo editor isleño –Miquel Font– que las sacó a la luz hace 23 años, se extrae que la dispersión del mando militar republicano así como ciertas desavenencias entre la Generalitat de Catalunya y el Gobierno central sobre cómo proceder ante el golpe de Estado fueron las razones de dicha fallida. En palabras del Capitán Bayo, "el mayor error de la Guerra fue la retirada de Mallorca". El militar de nacionalidad española creía que su idea de recuperar la isla era capital para evitar que los nacionales y las Fuerzas del Eje, aliadas con Franco, la utilizaran como base aeronaval con el fin de bombardear el resto del Levante español, como finalmente sucedió. "Hay que recordar que la Italia de Mussolini controlaba el Mediterráneo y acabó convirtiendo la isla en su portaaviones", apunta la doctora en Historia Contemporánea Manuela Aroca Mohedano, autora del prólogo de Mi desembarco en Mallorca, título de las memorias. Argumento que respalda la teoría nada descabellada de Bayo, cerebro de la operación impulsada por Lluís Companys, el malogrado presidente de la Generalitat.

El desembarco en la isla fue de madrugada y se efectuó por la costa de Manacor. "Me sorprendieron las luces del nuevo día sin haber podido cerrar los ojos y estábamos ya frente a las costas de Punta Amer", narra Bayo. "La incursión se efectuó normalmente y con muy pocos tiros. A la hora y media de haber tomado tierra, empezaron los primeros tiroteos serios [...] De pronto por la izquierda de nuestra zona ocupada, un nutrido tiroteo de artillería, de ametralladora, de morteros y cien mil otros aparatos infernales batían a mis fuerzas de un modo terrible. [...] Nuestros caminos y nuestras playas se llenaron de muertos y de heridos. A las pocas horas, el espectáculo era inenarrable, deprimente, dantesco", escribe el capitán en estas páginas. Hay que recordar que días antes de llegar a Mallorca, el militar había liberado en Eivissa al poeta Rafael Alberti y a su mujer María Teresa León, apresados por los fascistas.

A pesar de este primer ataque en Punta Amer, que causó 422 bajas en un escuadrón de 6.000 hombres, según la propia contabilidad de Bayo, los milicianos republicanos consiguieron una penetración de siete kilómetros (hasta Son Servera). El capitán reconoce que ninguno de sus hombres supo nunca la "terrible verdad" sobre el desembarco. "En la guerra hay mucho ruido y pocas nueces", les arengaba. Pero los tambores de retirada sonaban más fuerte que sus soflamas. "El principal escollo que se encontraron en la isla", observa la doctora en Historia y también investigadora de la Fundación Largo Caballero, "fueron los bombardeos de la Aviación nacional, que impidió que los republicanos avanzaran".

Durante la primera pernoctación en Mallorca, Bayo, "tumbado en la tierra pelada y con una piedra grande por almohada", presintiendo el fracaso de la "aventura", comienza a hacerse preguntas: "Te han asegurado que te enviarán ayuda y armamentos, si llegabas a cumplir con tu gente lo que prometiste, o sea, desembarcar en esta isla fascista; pero dime, soñador ingenuo y optimista ¿recibirás los refuerzos prometidos?, ¿te mandarán el material que necesitas para proseguir tu conquista, o te dejarán abandonado en estas solitarias costas por tener los políticos otras luchas intensas e internas de partido que les preocupan más que el avance de tus fuerzas, en estas tierras, para ellos, lejanas y no necesarias?" El capitán iba sobrado de sexto sentido político: nadie le envió apoyos y le conminaron a retirarse. ¿Quién dio la orden? "Bayo culpó directamente del abandono de la isla a Indalecio Prieto, el ministro de la Guerra en Madrid. Prieto creía que se estaba invirtiendo demasiado en la operación mallorquina en relación con las necesidades que empezaban a acuciar al resto del territorio", observa la profesora Aroca, quien añade que también se han valorado las posibilidades de conflicto entre la Generalitat y el ministerio de la Guerra, pues éste quería recuperar el control absoluto del mando militar en el bando republicano. El caso es que una vez más se repite la historia: el Gobierno central prioriza otras comunidades por encima de las islas. Un grave error estratégico para el polémico militar, "que en algunas ocasiones ofrece una visión tergiversada de la historia para ensalzar su heroísmo".

Si hay algo que Bayo deja muy claro en este libro, redactado en la ciudad mexicana de Guadalajara en 1944, es que Mallorca iba a ser uno de los territorios con mayor represión franquista de todo el país, "argumento que utilizó para evitar a toda costa la retirada de la isla. De nuevo sus predicciones se cumplieron: el Conde Rossi ha pasado a los anales de la historia como un déspota feroz", indicó Aroca. El centenar de imágenes inéditas que ilustran el volumen sirven de ejemplo. En dos instantáneas, tomadas en Porto Cristo (rebautizado Porto Rojo), se distinguen 200 milicianos y un grupo de enfermeras de la Cruz Roja que fueron brutalmente violadas y asesinadas por los vencedores, un precedente de las 13 rosas.

A día de hoy, el Capitán Bayo sigue generando muchas preguntas al lector y a los investigadores. ¿Por qué Lluís Companys confió en un militar que jamás llegó a ser de primera fila? La profesora Aroca intenta despejar incógnitas en su estudio introductorio. "Creyeron en él por su extensa carrera como militar, muy destacable en el campo de la aviación, y también por su conocimiento de la guerrilla en Marruecos, pues participó en la Guerra del Rif (1912-1928)", aclara la doctora. "El capitán formó parte de la Mehala Jalifiana número 6, con la intención de completar el dominio español en las zonas marroquíes aún en tierra de nadie. Allí se ocupó de formar a gente que no era militar para que luchara. Algo que no le funcionó en Mallorca pero con lo que después triunfó en Cuba", continúa. Bayo era un especialista en disciplinar la milicia, sabía que en la guerrilla había que reproducir e instaurar el modelo de mando único. Y trabajar bajo la estrategia "de pega y corre".

Fue en esta época cuando coincidió con el que sería su peor enemigo, Francisco Franco. Por aquel entonces, el capitán se había alistado en la Legión a las órdenes de Millán-Astray primero, y después a las del futuro caudillo español, para quien no escatimó elogios en aquellos años veinte: "Existe una admiración, un cariño y un respeto por el teniente coronel Francisco Franco tan extremados que bien pudiéramos decir que es idolatría. Cuando por nuestras filas cruza montado en su potro de estupenda estampa y comiéndose con los ojos a sus subordinados, parece que la Legión se abstrae, se reconcentra en sí misma y piensa: ´Ahora pasa el espíritu de la Legión´", escribió en Juan de Juanes, otro libro de recuerdos.

Con este historial, no es de extrañar que el presidente de la Generalitat se fiara de Bayo, alguien que le tenía tomada la medida a Franco, su futuro oponente. Conocía su táctica y su pericia; por eso los dos militares querían Mallorca, el emplazamiento estratégico de la contienda.

Entre las experiencias bélicas del capitán, hay que recordar sobremanera la de aviador. "En 1923 se ejercitó en profundidad en las tareas de bombardeo sobre objetivos supuestamente militares y sobre población civil norteafricana. Fue uno de los primeros aviadores en lanzar bombas químicas contra los rifeños. Es más, España fue el primer país en expandir con aviones gases tóxicos, en este caso iperita o gas mostaza", sostiene la profesora.

Sobre la ideología de Bayo, Aroca opina que "no fue comunista hasta que no ayudó a los cubanos". Sí era progresista y anticatólico, "algo que quizá está relacionado con el hecho de que recibiera edudación en Estados Unidos", detalla.

Otra cuestión queda en el aire: ¿qué fue de Bayo tras el desembarco en Mallorca? El capitán volvió a Cataluña y fue destinado a una serie de misiones secundarias de las que no obtendría mayor gloria. Se empleó durante el transcurro de la guerra en una misión en Londres y París con turbios manejos para la compra ilegal de armas, y un destino en el Servicio de Investigación Militar del que le acusaron de desertar y en el que pudo hacer sus pinitos como espía. La contienda finalizó para Bayo en uno de los últimos bombardeos franquistas sobre la capital catalana en el que sufrió heridas en el ojo enfermo que había ocultado hasta entonces. Sorteando las dificultades del éxodo masivo, Bayo llegó a París donde fue hospitalizado y donde conoció el destino de su mujer y su hijo en un campo de internamiento del sur de Francia. Tras una serie de gestiones, ambos consiguieron pasaporte cubano y lograron embarcar en el vapor Flandes hacia América. Allí, sus tácticas militares triunfaron. Lo que le había salido rana en Mallorca, le salió redondo en Cuba: amaestró a los revolucionarios cubanos encabezados por Fidel Castro. Y entonces cambió su estatus: el perdedor español se convirtió en héroe cubano.