Carlos Latre (Castellón, 1979) celebra la "libertad de expresión" conquistada por el humorista, aunque reconoce que hay personajes y temas aún complicados en España. "Todo es susceptible de parodia", defiende, siempre y cuando se haga desde el respeto, como él ha hecho siempre. Mañana y el sábado animará a los comensales de Es Molí de´s Comte. Promete "risas y cariño" con sus imitaciones más populares, preparado para la ocasión lo mejor de su espectáculo Que viene, que viene...

–¿El humor en España peca de ´blando?

–Las cosas están cambiando. Hay mucho pudor respecto a algunos temas o personajes, pero cada vez hay más libertad para expresar lo que se quiere como se quiere. Yo he tenido la suerte de que con mis personajes he podido decir muchas verdades, tras una caracterización o una gesticulación. Aún así, he llegado a oír que la realidad supera a la ficción.

–¿Hay temas intocables?

–Hay límites morales y personales. El respeto y las libertades individuales deben tenerse en cuenta siempre, aunque creo que la palabra tabú se está superando totalmente en el humor. Quizás falta un pelín de atrevimiento, en general, pero hoy día casi todo es susceptible de ser parodiado.

–¿Albert Boadella es el más valiente?

–Ha actuado dirigido por sus principios y la libertad que un estado democrático le otorga para llevarlos a cabo. Y eso, por encima de todo, es lo fundamental. Creo que uno siempre debe actuar por convicciones propias.

–Se ha atrevido con Franco, como el juez Garzón. ¿Le salió cara la imitación?

–Para nada. El tema de la imitación de Franco surgió por una petición expresa por parte del programa DEC para sorprender a la entrevistada de esa noche, Carmen Martínez Bordiu. Sabíamos con antelación que, seguramente, a Carmen le disgustara esa intervención, pero aún así se hizo. Conmigo, personalmente, Carmen y su marido, José Campos, fueron muy amables. Televisivamente hablando no me negarás que fue un momentazo.

–¿Los jugadores del Real Madrid le odian?

–Al contrario. Tengo muy buena relación con muchos. Conozco a Arbeloa, Albiol, Casillas, Sergio Ramos… Creo que en mi intervención en el acto de recibimiento a la Selección Española tras ganar el Mundial se pudo ver que para nada hay ninguna mala relación.

–¿Qué imitado se lo ha tomado peor?

–Nunca he tenido problemas en este sentido, la verdad. He intentado siempre hacer la caricatura amable, buscar los puntos que el público pudiera encontrar más cercanos y sensibles a la parodia, para no ridiculizarlo jamás. Tengo una buena relación con los personajes, tanto con los reales como "mis imitados".

–¿Qué personaje le ha creado más trastornos de personalidad?

–Dinio, Tamara… los freaks más alocados.

–¿Cuando el Barça deje de ganar será tema prohibido para el humorismo catalán?

–No lo creo. En Crackòvia hemos demostrado que se puede hacer humor de cualquier situación. Evidentemente, el buen momento del Barça propicia que las parodias sean más favorables, pero no creo que cambie cuando la situación sea distinta.

–¿Cataluña se ríe muy distinto?

–Sí, como cualquier otra comunidad. Viajar trabajando te da una visión muy amplia del bagaje cultural y humorístico del país. Lo que funciona en un sitio quizás no sea el punto fuerte del espectáculo en otro.

–¿Qué tienen en común las imitaciones que se le resisten?

–Cuestan más las mujeres, pero hay tipos de voz o personajes casi imposibles para mí. No sé si tienen algo en común. Quizás tienen voces muy normales para encontrarles detalles.

–¿Cuáles son las claves para ´clavar´ la imitación de Rafel Nadal?

–La ceja. La cara. La actitud. El acento. La posición de las manos, los hombros, la cadencia de las frases, la forma de recogerse el pelo tras la oreja, la correcta colocación de la cinta, el atrezzo… todo influye.

–¿Dónde está el límite del mal gusto?

–El mal gusto no se mide por límites, existe y punto. Si caes en el mal gusto no hay límite, ya es una mala elección.

–¿El monologuismo es una plaga?

–No, no. El monologuismo ha encontrado un hueco muy adecuado en el mundo del humor. Surgió hace una década, con programas como El club de la comedia, que lo retornaron a la actualidad. Pero ya desde mucho antes grandes nombres de este país lo convirtieron en la mejor forma de hacer reír contando pequeñas y cotidianas cosas. Son maestros Gila, Pepe Rubianes o Andreu Buenafuente. Y aquí tenéis a un referente en esta disciplina, mi buen amigo ´El Casta´.

–Javier Sardà, ¿una ´amistad peligrosa´?

–Es una amistad que sigue ahí, que siempre me aconseja, al que recurro cuando tengo dudas. Fue mi padre televisivo, mi jefe durante años, el mejor comunicador que ha tenido este país en mucho tiempo y ahora lo considero un buen amigo. Es un privilegio su amistad.

–¿La tele le provocó vergüenza ajena?

–En absoluto. La vergüenza es algo muy personal, no creo en la vergüenza ajena. Si algo no te gusta, no lo veas. Si te parece mal, cambia de cadena, haz tú tu propia televisión. No hay medio más democrático que la tele.