Cada artículo de José María Nadal Suau (Palma, 1980) debe leerse como un "mecanismo de defensa frente al caos y la barbarie". Estos Parapetos culturales son un muro protector en un mundo que es "hostil" y que se parece a una "película de zombies", "donde abres una puerta y te encuentras horteras por todas partes".

El grueso del volumen (un 80%) es una recopilación de las críticas literarias y culturales que Nadal Suau publicó en el suplemento cultural de este diario, Bellver, entre 2004 y 2008. El resto, varios textos inéditos sobre literatura y una sección final donde recupera las entradas "destiladas" de un blog (La emboscadura) que el crítico mantuvo activo durante diez meses en 2004. En la presentación del libro, el próximo día 9 a las 20 horas en la Biblioteca de Babel, intervendrán su autor y Ramón Aguiló, también articulista de este rotativo.

Nadal Suau, nieto de Tomeu Suau (periodista muchos años de este periódico y Ciutat de Palma de Periodismo), practica un análisis literario trufado de anécdotas que dan color y que responden a la idea que literatura y vida van siempre de la mano. Dentro del gran surtido de autores reseñados por su pluma, menciona a Cristóbal Serra como alguien fundamental, así como a Camus y la narrativa norteamericana (Philip Roth o Don DeLillo). Mucha presencia en estas páginas de tres escritores isleños que se expresan en castellano: José Carlos Llop, Eduardo Jordá y José Luis de Juan, los tres colaboradores de este periódico.

A pesar de ser una antología (editada por Lleonard Muntaner), el volumen está cosido por una voz "que he buscado que sea reconocible y que refleje mi estilo", apunta Nadal Suau. Hay una serie de preocupaciones constantes que funcionan también como eje vertebrador: la política cultural, la educación y la generación actual de treintañeros. "La mejor política cultural es la que no existe, lo más deseable sería que la cultura fuera un mercado que se mantuviera por sí mismo", observa. Para que ello fuera así, la educación debería volver a tomar el pulso perdido. "La voluntad de ser exigente se ha extinguido. Cuando a un alumno se le rebaja el nivel de dificultad me parece una falta de respeto", se queja.

Tampoco está conforme con la formación que han recibido los que actualmente tienen treinta años. "La base es mala, no sólo en la enseñanza. Me cuesta compartir con algunos de los de mi edad la recreación fascinada que hacen de las series y películas que veíamos de pequeños. Nos dieron basura. El Equipo A era muy cutre. Soy partidario de rebelarnos ante esa formación sentimental deficiente y azucarada", sentencia.

La tercera y última sección de Parapetos se titula Emboscado. Es un "diario intelectual" que el crítico fue cociendo en internet. Un mar lleno de vertidos donde un joven reflexiona sobre la condición del escritor primerizo, medita sobre el hecho de conseguir un estilo propio o estudia hasta qué punto la crítica literaria puede tomarse como género literario. Diez meses de singladura que se toparon con una situación personal complicada. "De repente, aquella relación tan inmediata con el lector me incomodó, no la controlaba bien, y cerré el blog", recuerda.

Tras un periodo de aprendizaje de cuatro años, Nadal Suau reconoce que en esos primeros artículos había más "vanidad" y menos oficio. "Era una etapa de aprender recursos y de aprovechar la oportunidad que me brindó un medio de comunicación. Sigo aprendiendo, claro, pero ya no es lo mismo. Ahora no sería tan arbitrario en algunos juicios emitidos", concluye.