"Sean era tímido. Físicamente no se parecía al padre. Era de otro estilo, más delgado, pero para las mujeres eran igual de atrayentes los dos. Quizás tenía más carisma Errol, pero eso era por la fama". Quien habla es Ventura Sala, hijo de Eduardo, marinero mallorquín que trabajó en el velero Zaca, propiedad de los Flynn. Aquel barco tuvo amarre fijo en el Club Náutico de Palma entre 1955 y 1959, fechas en las que Errol vivió de manera estable en la isla con su mujer Patrice Wymore y su hija Arnella. Cuatro intensos años en los que recibieron visitas, como la de Sean, cuyos posibles restos acaban de aparecer en Camboya. Unos huesos que reabren el misterio del hijo de Errol Flynn.

En vida del actor estadounidense, Sean, vástago fruto del primer matrimonio del actor con Lili Damita, se unió a la familia ´mallorquina´ para pasar las vacaciones estivales de 1957. Tenía 16 años. "Tengo pocos recuerdos de Sean porque él me llevaba diez años. Mi padre y un amigo suyo, a los que acompañaba al muelle, me contaban cosas. En una fotogafía [la imagen de arriba] puede verse a Sean con un amigo suyo que se trajo de Estados Unidos, al padre que agarra al hijo y a la izquierda un millonario cubano habitual en las fiestas de Errol", explica Sala. El hijo del actor pudo ser testigo de los excesos de su padre y sus amigos. Y asumir las contingencias de una vida llevada al límite, algo que después le acompañaría cuando se hizo reportero de guerra.

Errol era un bonvivant pero trataba muy bien a la tripulación. "La lástima era que bebía muchísimo", apunta Sala, y se metía en peleas. "Una fue en una fiesta en el barco. Se acoplaron dos militares con dos azafatas y uno intentó ligar con Patricia [su mujer]. Le pegó un puñetazo al militar que lo tiró al mar", refiere. Pero Sala no sabe si ése fue el verano que pasó Sean en Mallorca.

Durante los estíos, el día a día de los Flynn se repartía entre el Zaca y el chalé –conocido como Es Molí– que tenían alquilado en Cas Català a la familia Buades. Lugares que transitó Sean, quien también debió unirse a las expediciones náuticas hasta Eivissa del padre. "Siempre se llevaba con él al campeón de submarinismo de España en aquellos momentos, un eivissenc que vivía en Mallorca. A Errol le encantaba sacar ánforas del mar", detalla.

Tras la muerte del célebre actor en 1959 en Vancouver, nadie pensó que el hijo de Errol volviera a poner un pie en la isla. Pero lo hizo, seis años después de su primera visita, con 22 años y con una aparición en la película El hijo del capitán Blood, precuela de un filme protagonizado por su padre. Sean se alojó en el Zaca, aún varado en Palma. "Lo recuerdo sentado en la cubierta del barco, mientras yo aprendía a nadar a varios metros, con el cuerpo atado a una cuerda. Unos periodistas le estaban entrevistando, supongo que por la película. Le hacían fotos con cámaras antiguas. Y entonces él hizo el amago de tirarme un chaleco salvavidas", cuenta Sala. Éste fue uno de los pocos momentos en que Sean fue el protagonista de los medios, pues tres años más tarde se pasaría al otro bando: al reporterismo, en su caso el de guerra.

Primero, aterrizó en el sur de Vietnam como fotógrafo free lance para la revista Paris-Match. Luego lo fue para Time-Life y por último para la agencia United Press. La última vez que se le vio con vida fue en Camboya, cuando viajaba en motocicleta (ver imagen de abajo) con su compañero Dana Stone. Era el 6 de abril de 1970. Las investigaciones posteriores apuntaban a que Flynn y Stone habían sido asesinados por guerrilleros del Jemer Rojo varios meses después de ser capturados. El mallorquín Sala tiene otra versión, la que le contó el periodista Manu Leguineche, quien a su vez contaba con el testimonio del príncipe camboyano Sihanouk, que se alió posteriormente con los jemeres rojos. "Manu me dijo que Sean murió de una vacuna en mal estado en un campo de concentración de los guerrilleros", atestigua el mallorquín.

El compromiso del hijo de Errol puede que asomara esos días que pasó en Mallorca, aunque lo más probable es que su profesión posterior haya influido en los recuerdos de quienes le conocieron antes en la isla. Sea como fuere, Sala asegura: "A Sean se le veía distinto a su padre, más implicado con la vida".