El ex torero Luis Francisco Esplá reconoció ayer que "sería absurdo" negar el sufrimiento del toro en la plaza, pero ha remarcado que esta fiesta es un rito que compensa la muerte de las reses bravas, una raza que ha evolucionado genéticamente para embestir en el campo y en la arena.

Esplá compareció en la comisión de Medio Ambiente del Parlament donde se está debatiendo el futuro de las corridas, después de que la cámara admitiese a trámite el pasado diciembre una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de la plataforma animalista PROU! en la que reclama la prohibición de los toros en Cataluña.

El veterano matador pidió irónicamente la abolición de los toros, "el único espectáculo comparable con la ópera", ya que, argumentó, "es denigrante para esta sociedad ver como los taurinos se regodean en lo cortés, el valor, la honestidad, la generosidad y el respeto a la norma y la tradición".

En esta línea de ironía, subrayó que "no puede ser bueno que en esta época de vorágine tecnológica" que los seguidores de un torero u otro se puedan sentar juntos, sin vallados (en referencia implícita al fútbol) "salgan de la plaza eufóricos, no destrozan vehículos, no rompen escaparates, ni queman contenedores de basura".

Esplá señaló que el toro bravo es una animal seleccionado genéticamente por generaciones, lo que le ha provisto de unas cualidades que le hacen único en su comportamiento en la plaza, al igual que a un corredor de maratón es capaz de acabar una carrera. "El toro embiste donde le llaman, defiende sus terrenos y no admite intromisión, su actitud ante la muerte no se asemeja a la de ningún otro animal, muere en actitud de arrogancia", describió.

Por su parte, la eurodiputada del grupo de los Verdes Europeos Mónica Frassoni dijo que, guardando las distancias, el sufrimiento "inútil" de los toros en las corridas se basa en la misma lógica que utilizan el hombre "que mata a patadas a su mujer" o los que discriminan a las personas por el color de su piel. Para ella, la corrida, "como la caza", es la expresión de valores machistas y de falta de igualdad y de "imposición" entre el hombre y la naturaleza a la que se quiere dominar, en este caso el toro, "al que se mete en la plaza donde no puede salir, una competición tramposa".

Por último, el empresario Pedro Balañá, propietario de la plaza de toros de La Monumental, único foso en activo de Cataluña, negó que las corridas hayan perdido público, como afirman los antitaurinos, y ha subrayado que desde 2003 ha habido un aumento progresivo de espectadores.