"El blues es la fuente de inspiración que me permite contar mis sentimientos e historias". John Mayall así se lo confesaba a DIARIO de MALLORCA en julio de 2004, entrevistado pocos días antes del concierto que ofreció en Porto Cristo, junto a sus Bluesbreakers. "Habrá quien se pregunte qué hago viajando de aquí para allá a mi edad en lugar de estar en casa tranquilamente con mi familia. Pues sigo porque puedo tener lo mejor de los dos mundos, el de la música y el familiar". El mito del blues sumaba entonces 70 años, cuarenta ellos de carrera, con cincuenta discos a sus espaldas. Un lustro después, igual de flaco, con la mismas canas y filosofía de vida, sigue en la carretera, acrecentando una leyenda sin la que Eric Clapton, Mick Taylor o Mick Fleetwood –algunos de sus alumnos más aventajados– serían posibles. "Nunca", prometía entonces, soñó con ser un Rolling Stone; mucho más mediáticos que él, no necesariamente mejores.