Ningún aficionado a la ciencia o, si se quiere, a la ciencia-ficción, ignora desde que salió la serie de películas dedicadas por Spielberg al Parque Jurásico que es muy probable que los dinosaurios, lejos de desaparecer por completo, evolucionasen convirtiéndose en aves. De hecho, las pruebas fósiles de ejemplares intermedios, dinosaurios con plumas y alas, aparecieron hace siglo y medio cuando, en 1861 —dos años tan solo después de la aparición del Origen de las especies de Darwin— se encontró el ejemplar de Archaeopteryx BMNH 37001 que se conserva en el Natural History Museum de Londres. Un año antes había aparecido una pluma fósil atribuida también a ese dinosaurio alado y diminuto.

Pero nadie, ni por asomo, podía imaginarse que más allá del talento creador de los directores de cine y los novelistas se podría saber de qué color eran las plumas de los dinosaurios que emprendieron ese camino evolutivo. Los sonidos y los colores no pertenecen al registro fósil. Lo recuerda el paleontólogo Michael Benton, de la universidad de Bristol, al comentar un hallazgo hecho por el equipo que dirigieron él y Zhonghe Zhou, del Instituto de Paleontología de los Vertebrados y Paleoantropología de Pekín. Ha sido publicado como anticipo electrónico –honor que se concede a los artículos más valiosos– en la revista Nature de esta misma semana.

El hallazgo consiste en unas plumas fosilizadas procedentes del yacimiento de Jehol, China, que pertenecieron a un predador, el Sinosauriopteryx. Los dos tipos de melanosoma –orgánulo celular que contienen la melanina– de las plumas de ese dinosaurio, si reflejan la misma pigmentación que encontramos hoy, apuntan a que el Sinosauriopteryx sería un animal rayado –en su cola, al menos–; como las cebras, pero alternando el negro con el naranja. Quizá su policromía fuese aún más amplia pero las proteínas de otros pigmentos, como recuerda Matt Kaplan, autor del comentario de la revista Nature, se degradan a una mayor velocidad.

Dinosaurios con plumas; dinosaurios de colores vivos, ¿cabe esperar aún más? Sin duda. Lo que nos enseña el mundo de la paleontología es que, gracias a las técnicas de recuperación que no cesan de avanzar, cada vez tenemos un mayor grado de conocimiento no sólo acerca de qué seres nos precedieron sino de cómo eran. Incluyendo cómo se comportaban. Las plumas, hoy, son sinónimo del vuelo. Lo mismo se pensó del Archaeopteryx, de un tamaño semejante al de una paloma. Pero el Sinasuriopteryx, con su gran tamaño, no cabe pensar en que volase. Ese hecho apunta hacia otra función de las plumas; el aislamiento térmico, por ejemplo. O, siendo de colores vivos, la realización de contactos visuales. Si el pavo real despliega su cola decorada para atraer las hembras, tal vez los dinosaurios hiciesen algo similar. De no haber desaparecido, lo sabríamos. Bueno; no. Si los dinosaurios aquellos no se hubiesen extinguido, nosotros no estaríamos aquí.