Una paloma y una cruz labradas en un plato del siglo V d. C. son hasta el momento "los símbolos cristianos más antiguos encontrados en Mallorca", asegura el arqueólogo Javier Aramburu, artífice del hallazgo que tuvo lugar el pasado mes de mayo en el Puig de s´Escolà (Llucmajor). En la memoria de investigación, que acaba de entregar al departamento de Patrimonio del Consell, se recoge el origen del descubrimiento, que tenía como objetivo científico una tarea bien distinta: conocer cómo los hombres talayóticos del poblado de Son Veny, situado a un kilómetro de distancia de s´Escolà, enterraban a sus muertos en cuevas.

"Al llegar al abrigo de la montaña, nos encontramos con unos 2.000 huesos que habían sido removidos. Ya no nos servían para nuestra investigación. Se nos habían adelantado los expoliadores romanos", relata Aramburu.

Pese al fiasco inicial, los descubrimientos fueron jugosos: el asentamiento constaba de una caseta, dos hornos y una canalización para extraer las aguas sucias del interior de la cueva. Entre los restos han aparecido el plato del siglo V d. C., importado de África, con los símbolos cristianos de la paloma y la cruz. El ave simboliza el Espíritu Santo. "Es bastante extraño encontrar las dos imágenes juntas en el mismo objeto. He consultado publicaciones sobre la cuestión. Los dibujos están por todo el Mediterráneo, pero suelen aparecer separados", aclara.

En cuanto a la procedencia africana de la pieza, Aramburu explica que las características del plato ponen de manifiesto que se fabricó en África. "Los romanos que llegaron al Puig de s´Escolà en aquella época debían ser militares que venían de allí", aventura.

El equipo del arqueólogo halló asimismo restos de la última comida que estos moradores prepararon en uno de los hornos, "muy bien conservado". Se trata de los huesos de un gamo, especie extinguida en las islas desde la Edad Media. Otro nutriente localizado:varios granos de trigo, habitual en asentamientos de la época.

A raíz del estudio de estos materiales, el investigador cree que allí se asentó una pequeña comunidad militar tardo-romana o de ermitaños cristianos. Sin embargo, se decanta por la primera opción, "por el lugar en el que está, pues podría tratarse de una dependencia aneja a una pequeña torre de defensa que hay cerca de este abrigo", detalla. En otros valles de Mallorca se levantan estructuras similares a ésta. Es el caso de las depresiones de Artà, del Coll de Sóller, de la que separa Banyalbufar y Esporles o la que hay entre Llucmajor y Porreres. "Seguramente en esta época debía haber problemas o enfrentamientos entre los distintos asentamientos a cada lado de los valles", conjetura.

El objetivo primero de la investigación, ampliar el conocimiento sobre los enterramientos de la época talayótica de hacia el 1.000 a. C., no cayó en saco roto. Aramburu ha podido extraer algunas conclusiones. "A partir de las pocas zonas de huesos que dejaron los romanos en el Puig de s´Escolà, hemos podido saber que se enterraba a toda la familia junta: hombres, mujeres y niños. Cosa que empieza a cambiar con los baleáricos, cuando comienzan las divisiones sociales. La talayótica es una sociedad bastante igualitaria", describe. Los cadáveres que encontraron están todos quemados. "Les prendieron fuego directamente, sin quitarles la carne", especifica. El equipo desconoce los detalles del rito. El arqueólogo aventura: "Es posible que quemaran los cuerpos encima del talayot [en este caso en el poblado de Son Veny, que está a un kilómetro]. Y después portaran los huesos de los muertos en una urna hasta el abrigo de esta montaña".

El equipo de Aramburu intentará comprobar esta hipótesis y asegurar cómo funcionaba el ritual funerario de los hombres talayóticos con otro proyecto de excavación que podría arrancar el próximo mes de marzo. Los trabajos se centrarían en una cueva de Alaró que está ubicada cerca de un talayot.