Los propietarios de la Casa Gilet, edificio catalogado del arquitecto Francisco Casas y uno de los ejemplos más sobresalientes del racionalismo en Mallorca, están decididos a frenar el creciente deterioro de la fachada del inmueble, aunque dentro de sus posibilidades presupuestarias, comunicaron ayer a este diario.

Mientras aguardan el permiso municipal para solucionar los problemas exteriores del inmueble, han acotado algunas zonas de la fachada con lonas para evitar que posibles desprendimientos puedan causar males mayores en los viandantes que a diario circulan por la transitada confluencia entre Vía Alemana y la calle Jesús.

Las zonas más afectadas de la fachada que han sido cubiertas con lonas se localizan en el agrietado balcón de la primera planta, el voladizo lateral de la misma zona, la balaustrada de una galería exterior de la primera planta, la balaustrada de una terraza de la segunda planta y la de las dos terrazas abiertas a vía Alemania. El deterioro se limita a los exteriores. No hay daños estructurales.

Según comunicaron a este periódico los vecinos consultados, la reforma no tendría un carácter integral. Eso escapa a sus posibilidades, sino que sólo afectaría a las zonas más deterioradas, aunque todo depende de las prescripciones que Cort imponga a la intervención en un edificio que no cuenta con la máxima figura de protección patrimonial, pero sí es un bien catalogado municipal.

Joan Pascual, secretario de la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA), señaló ayer que "la Casa Gilet es un edificio de indudable valor para la ciudad que todo el mundo está de acuerdo en que se tiene que conservar lo mejor posible, pero a la vez la normativa que regula este tipo de edificios es imperfecta, muy restrictiva y dificulta la concesión de ayudas a los propietarios para que puedan mantener el inmueble en las condiciones deseables", consideró.

El arquitecto Martín Lucena escribió en la obra Palma, guía de arquitectura, editada por el Colegio de Arquitectos, que las ideas racionalistas de Francisco Casas alcanzaron su mejor nivel en dos obras que realizó casi de forma simultánea: el Café Mercantil de Inca y la Casa J. Mayol, de 1936, también conocida como Casa Gilet.

Se trata, según la descripción del arquitecto de Lucena, de un inmueble con una volumetría muy cuidada de edificio aislado, evitando los patios interiores y elevándose por encima de un zócalo de la primera planta que resuelve el encuentro con los edificios vecinos. Las fachadas, aunque responden a la organización de la planta y al sentido del giro marcado por la volumetría, se definen a partir de la esquina. Desde ella salen las tribunas longitudinales en voladizo que aportan a la casa su imagen más característica, próxima a la de un barco, tan seguida por el primer racionalismo.

La claridad del planteamiento y su traducción en la planta se acompañan de un cuidado diseño de los detalles, muestra del esfuerzo por incorporar una nueva estética en el quehacer de los oficios tradicionales.