El mallorquín Sergio Copete (Calvià, 1989) consiguió ayer el primer premio de su vida, el Loewe de poesía de creación joven, uno de los más prestigiosos de este país en el género y dotado de 7.000 euros. La ciudad de las delicias, un poemario que homenajea a Barcelona, fue el causante de tal lauro. "Vivo allí desde los 18 años porque estudio en la Universitat de Barcelona Filología Clásica", aclara Copete, quien conecta inmediatamente la forma de su poemario con sus estudios. "Las 40 estrofas emulan la tradición epigramática clásica", incide. Así, los textos publicados adoptan la forma de inscripciones en muros. "Hay algunos dedicados a lugares. Por ejemplo, uno escrito entre las calles Balmes con Diputación, dedicado a la discoteca Arena, u otro relativo a Plaza Real", enumera. El punto de vista desde el que relata se mantiene siempre distanciado del objeto narrado, al modo de Kavafis o Marcial. "Utilizo personajes para que protagonicen los poemas; procuro huir del subjetivismo poético". Pese a ello, reconoce que se percibe que quien los ha escrito es alguien que proviene de una cultura "no urbana", como la mallorquina, que irrumpe en otra metropolitana y más agitada, como la de Barcelona.

"Hay tres momentos en el libro que coinciden con los tres años que llevo en la ciudad. Los textos de 2007 son más alegres, de alguien que se queda fascinado con lo que ve. Los de 2008 dan un vuelco y se instauran en la introspección. Y los de 2009 son más maduros, de alguien que ha digerido una cultura nueva", prosigue el mallorquín, que por primera vez verá un libro suyo publicado, en este caso en la colección Visor, con una tirada de 3.000 ejemplares.

Por su parte, José Luis Rey consiguió el Internacional Loewe, dotado de 20.000 euros, por Barroco.