Un importante estudio realizado por un equipo del Instituto de Investigación Cardíaca Victor Chang, la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí de Nueva York y otros centros de Europa y Estados Unidos ha identificado los genes más importantes que causan enfermedades coronarias y desencadenan ataques al corazón. La investigación, publicada en la revista científica Circulation: Genomic and Precision Medicine, abre el camino a un nuevo campo de terapias específicas para quienes corren el riesgo de padecer enfermedades coronarias, la principal causa de muerte en el mundo.

«En primer lugar, ahora hemos definido con mayor precisión los genes precisos que probablemente causan enfermedades coronarias. En segundo lugar, hemos identificado con exactitud en qué parte del cuerpo se produce el principal efecto de esos genes: puede ser en las propias arterias del corazón, que causan directamente obstrucciones, o tal vez el efecto sea en el hígado, que aumenta los niveles de colesterol, o en la sangre, que modifica la inflamación», explica el líder del trabajo, Jason Kovacic.

El tercer gran logro fue clasificar esos genes, 162 en total, por orden de prioridad como causantes de enfermedades coronarias. «Encontrar estos nuevos genes importantes es realmente emocionante, pero también un verdadero reto, ya que nadie sabe todavía exactamente cuántos de ellos causan la enfermedad coronaria», apunta el investigador.

En el estudio se incluyeron 600 pacientes con cardiopatías coronarias y otros 150 sin ellas. Todos se sometieron a una intervención quirúrgica a tórax abierto para la realización de un bypass coronario o por otros motivos indicados desde el punto de vista médico. El equipo utilizó el superordenador del Monte Sinaí, llamado ‘Minerva’, para hacer números, analizar los datos y cotejar la información de miles de genes.

El gen PHACTR1

El profesor Kovacic confía en que los hallazgos den un nuevo impulso a la investigación en este ámbito y den lugar a todo un nuevo campo de trabajo crítico relacionado con los infartos: «Estos conocimientos nos permitirán ir en busca de estos genes realmente críticos que causan ataques cardíacos, ya que ahora sabemos lo mucho que merecen un estudio en profundidad para entender exactamente cómo causan la enfermedad coronaria y si podrían ser objetivos farmacológicos prometedores para los pacientes».

Otro aspecto importante de este estudio es que uno de los genes de los que se sospechaba anteriormente, el PHACTR1, ha sido validado como uno de los dos principales genes causantes de enfermedades coronarias. 

«Los problemas cardiovasculares se originan en el cerebro»

El cardiólogo Valentí Fuster sostuvo que «los problemas cardiovasculares se originan en el cerebro» y que el reto de la cardiología se encuentra en el poder cognitivo y en promocionar y mantener hábitos de vida saludables.

Así lo indicó el director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center de Nueva York y director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Valentí Fuster, en una conferencia sobre los retos de la cardiología del siglo XXI que impartió con motivo de los 50 años del Hospital de Bellvitge. «Los problemas cardiovasculares se originan en el cerebro; por tanto, utilizar el cerebro para cambiar hacia hábitos de vida saludables es la mejor forma de prevención», aseguró Fuster, firme promotor de la salud cardiovascular.

Según el cardiólogo, «existe una relación muy directa entre siete factores de riesgo -obesidad, presión arterial alta, diabetes, colesterol elevado, dieta inadecuada con exceso de sal, azúcar y grasa, sedentarismo y tabaco- en el campo cardiovascular que afectan a las arterias y la microcirculación cerebral, que ahora podemos ver gracias a las tecnologías de la imagen y la inteligencia artificial».

Es por ello que «estos siete factores de riesgo, que afectan a las grandes arterias también afectan a las arterias pequeñas del cerebro, contribuyendo a la enfermedad degenerativa senil», alerto.


Primeras décadas de vida

«Nos hemos olvidado de mantener una buena salud antes de llegar a los 40 años, y realmente el impacto durante las primeras décadas de vida es decisivo», subrayó durante su intervención en la conferencia. 

Fuster insistió en que, si se quiere tener un impacto favorable en la salud a lo largo de la vida, es necesario incidir en los niños, sobre todo de los 3 a los 6 años: «los conceptos que registran en el cerebro a esta edad les acompañan toda la vida, teniendo impacto decisivo cuando son adultos», aseguró. 

Por ello el especialista insistió en que, desde la primera infancia, los niños deben conocer cómo funciona su cuerpo y corazón, la importancia de los hábitos saludables y practicar actividad física, además de saber gestionar las emociones para conseguir una vida saludable a lo largo de los años.