Una nueva investigación ha dado un paso más hacia el aprovechamiento de los virus para combatir la infección bacteriana, colaborando de esta manera en reducir la amenaza de la resistencia a los antibióticos, según publican sus autores en la revista Cell Host & Microbe.

Un número cada vez mayor de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea y la salmonelosis, están desarrollando resistencia a los antibióticos, lo que significa que son cada vez más difíciles de tratar, lo que se traduce en mayores tasas de mortalidad, estancias hospitalarias más largas y costes más elevados.

La terapia de fagos es el concepto de usar virus inofensivos para los humanos para matar bacterias. Esta terapia con fagos puede utilizarse en combinación con antibióticos para curar las infecciones de forma más eficaz y reducir la posibilidad de que las bacterias desarrollen resistencia a los antibióticos. Sin embargo, las bacterias también pueden desarrollar resistencia a los fagos.

El nuevo estudio de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, ha arrojado nueva luz sobre cómo combinar mejor los antibióticos y la terapia con fagos.

Los investigadores realizaron experimentos de laboratorio con Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que causa enfermedades en pacientes inmunodeprimidos y con fibrosis quística. Expusieron a la bacteria a ocho tipos de antibióticos y descubrieron diferencias en los mecanismos por los que las bacterias desarrollan resistencia a los fagos, lo que afecta a su nocividad.

Los virus penetran en las moléculas de la superficie celular para infectar a las bacterias. Al igual que el sistema inmunitario humano, las bacterias tienen su propio sistema de defensa CRISPR, formado por proteínas que combaten la infección. Al igual que en las respuestas inmunitarias humanas, esto significa que el virus infecta a la bacteria y luego la mata. En el proceso, el sistema CRISPR de la bacteria aprende a reconocer y atacar al virus en el futuro.

La defensa de las bacterias

Sin embargo, las bacterias tienen una segunda opción de defensa. También pueden cambiar su propia superficie celular para evitar la infección, perdiendo el receptor al que normalmente se adhieren los fagos. Esta opción tiene un coste para las bacterias: se vuelven menos virulentas, lo que significa que ya no causan la enfermedad, o la enfermedad se vuelve menos grave. En el estudio, cuatro de los ocho antibióticos probados provocaron un aumento espectacular de los niveles de inmunidad basados en CRISPR. Todos estos antibióticos son bacteriostáticos, es decir, no matan directamente a las células, sino que actúan ralentizando su crecimiento.

El profesor Edze Westra, de la Universidad de Exeter, recuerda que «la resistencia a los antibióticos es un problema de salud pública de primer orden, por lo que debemos tomar medidas rápidas y urgentes. La terapia con fagos podría ser una parte importante del conjunto de herramientas para reducir el uso de antibióticos y utilizarlos en combinación para aumentar su eficacia».