Las tres cosas que recomienda un médico del sueño cuando te despiertas a las 3 de la mañana con ansiedad

El estrés impacta en nuestros hábitos de sueño

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Redacción Digital

Ángel Rull

Despertarse a las 3 de la mañana con el corazón acelerado, la mente inquieta y una sensación de angustia inexplicable es una experiencia que muchas personas conocen. Aunque suele vivirse en silencio, lo cierto es que este fenómeno es más común de lo que pensamos. No se trata solo de un “mal sueño” o una casualidad. A menudo, es el cuerpo reaccionando a un estado de activación interna que no ha sido atendido durante el día.

Desde la psicología, sabemos que el sueño no es únicamente una función biológica, sino también emocional. Dormir implica poder entregarse a la vulnerabilidad, a la calma, a la desconexión. Por eso, cuando algo nos preocupa intensamente o cuando acumulamos estrés, es probable que ese contenido emocional busque una vía de salida durante la noche. Y lo hace de forma abrupta: con un despertar súbito, cargado de pensamientos repetitivos y sensaciones físicas incómodas.

Como psicólogo, he acompañado a muchas personas que relatan estos despertares con angustia, especialmente en momentos de crisis vital, duelo o alta exigencia. Y una de las herramientas más útiles ha sido traducir esa experiencia desde el cuerpo, no desde la culpa. Porque no se trata de dormir “mejor” a la fuerza, sino de comprender lo que esa interrupción del sueño está queriendo comunicar.

Por qué el cuerpo se activa justo a esa hora

La ciencia del sueño ha estudiado con profundidad este fenómeno. Diversas investigaciones indican que entre las 2 y las 4 de la madrugada se produce una bajada natural del cortisol y de la temperatura corporal. Esto implica que el organismo entra en una fase de vulnerabilidad fisiológica, lo que puede amplificar emociones no resueltas o aumentar la probabilidad de despertarse si hay factores de estrés acumulados.

Además, durante esa franja horaria se activa una parte del ciclo del sueño conocida como sueño REM, en la que se intensifica la actividad cerebral relacionada con la memoria emocional. Es por eso que muchas veces, al despertar a esas horas, lo que aparece en la mente son preocupaciones, miedos, temas pendientes. El cerebro está en modo “procesamiento emocional”, y si hay ansiedad latente, lo más probable es que aflore en ese instante.

La buena noticia es que este tipo de despertares no indican un fallo del cuerpo. Al contrario: son una señal de que el organismo está intentando regularse, aunque de forma imperfecta. La clave está en cómo respondemos a ese despertar. Si lo enfrentamos con juicio o exigencia, la activación aumentará. Si, en cambio, lo interpretamos como un aviso amable, podremos implementar estrategias que favorezcan la vuelta al descanso sin añadir más ansiedad al sistema.

Las tres cosas que recomienda un médico del sueño cuando te despiertas con ansiedad a las 3 de la mañana

Cuando alguien se despierta con ansiedad en mitad de la noche, la recomendación médica no es simplemente “vuelve a dormir”. Los especialistas en sueño recomiendan una serie de pasos que permiten calmar el sistema nervioso y facilitar el descanso sin forzar al cuerpo.

Estas son las tres principales sugerencias:

1. No te quedes en la cama rumiando: levántate y cambia de espacio

Permanecer tumbada o tumbado mientras la mente gira en bucle solo alimenta la ansiedad. Lo ideal es cambiar de habitación, sentarse en un lugar tranquilo y realizar una actividad que no estimule en exceso: leer algo neutro, hacer respiraciones suaves o simplemente observar el entorno en silencio.

2. Evita mirar el móvil o cualquier pantalla

La luz azul que emiten los dispositivos interfiere en la producción de melatonina, la hormona del sueño. Además, activar el cerebro con redes sociales, noticias o correos puede intensificar la sensación de alerta. Lo más útil es mantener el ambiente en penumbra y evitar estímulos que conecten con el exterior.

3. Practica una técnica de regulación como la respiración 4-7-8

Esta técnica consiste en inhalar durante 4 segundos, mantener la respiración 7 segundos y exhalar lentamente durante 8 segundos. Tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso parasimpático y ayuda a reducir el ritmo cardíaco, favoreciendo el retorno al sueño.

Qué hacer al día siguiente: entender el mensaje del cuerpo

Despertarse con ansiedad en mitad de la noche no es solo un problema de sueño. Es un síntoma de que algo dentro necesita atención. Por eso, al día siguiente, más allá del cansancio físico, conviene hacerse algunas preguntas: ¿qué me inquieta últimamente? ¿Hay algo que esté postergando emocionalmente? ¿Me estoy escuchando durante el día o solo aparecen mis emociones por la noche?

Una estrategia útil es llevar un diario de emociones nocturnas. Anotar, tras cada despertar, lo que se recuerda, lo que se siente, lo que vino a la mente. Sin juzgar, sin analizar en exceso. Solo ponerlo sobre el papel. Esto permite observar patrones y descubrir mensajes emocionales que, de otra forma, quedarían atrapados en la incomodidad de la noche.

También es importante revisar los hábitos diurnos: ¿hay espacios de descanso real en mi día? ¿O todo mi tiempo está dedicado a hacer, rendir, cumplir? A veces el cuerpo despierta de madrugada porque no encuentra otro momento para “decir” lo que siente. Y si le damos un espacio durante el día, tal vez deje de necesitar despertarnos a las tres de la mañana para hacerlo.

La saturación del día a día

Los despertares con ansiedad no son signos de debilidad, sino de saturación. El cuerpo no falla: pide lo que necesita, aunque a veces lo haga a través del insomnio. Escuchar esos mensajes con amabilidad puede marcar la diferencia entre entrar en un ciclo de angustia o iniciar un camino de mayor cuidado emocional.

Si alguna vez te despiertas a las 3 de la mañana con el pecho apretado y los pensamientos acelerados, recuerda esto: no estás sola, no estás solo. Respira. Levántate si lo necesitas. Acompáñate como acompañarías a alguien que quieres. Porque eso también es descansar: tratarse con respeto, incluso cuando el sueño se rompe.

Ángel Rull, psicólogo.

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