APARATO DIGESTIVO
Dispepsia: así es la enfermedad que afecta a la mitad de la población y muy pocos conocen
Los síntomas de la dispepsia no se relacionan con ninguna alteración orgánica que pueda “detectarse” en las pruebas endoscópicas o ecografías
Dispepsia es una palabra desconocida para una sensación muy conocida... pero con muchos matices.
A todos nos ha ocurrido alguna vez: terminar de comer y empezar a sufrir dolor en la “boca del estómago”. Es algo habitual y que suele ocurrir después de una comilona.
En la mayoría de las ocasiones se debe a la acidez estomacal, que junto al dolor produce ardor, calor o quemazón. Sin embargo, no hay ninguna razón para alarmarse.
Es diferente cuando ese dolor de estómago es crónico. Es lo que se denomina dispepsia, que, como explica a 'Guías de Salud' la doctora Carolina Malagelada, del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitari Vall d’Hebron.
- "Un trastorno funcional digestivo que produce síntomas en la parte alta del abdomen, principalmente en la zona central donde se encuentra el estómago”.
Y que, en el peor de los casos, puede venir acompañado de hinchazón del abdomen, náuseas e incluso vómitos. El dolor, que empieza después de las comidas, está asociado a una sensación de digestión pesada y prolongada.
Estos síntomas, incide la secretaria general de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), no se relacionan con ninguna alteración orgánica que pueda “detectarse” en las pruebas endoscópicas o ecografías.
- La dispepsia funcional está producida por una alteración del sistema nervioso del tubo digestivo, que afecta como el estómago “siente y se mueve”.
Según los últimos estudios publicados en revistas científicas, la dispepsia es una “dolencia” con una incidencia estimada de entre el 22-56% de la población, aunque solo el 30% consulta con su médico de familia.
Síntomas y diagnóstico de la dispepsia
Los síntomas de la dispepsia funcional pueden confundirse con enfermedades como la úlcera o la gastritis, que también producen dolor abdominal, náuseas y vómitos. O con enfermedades intestinales como la celiaquía.
De ahí, que sea importante la realización de algunas pruebas clínicas para “descartar otras patologías”. Sabiendo que no hay pruebas específicas para la dispepsia.
El diagnóstico es clínico, basado en la presencia de unos síntomas típicos y la ausencia de otras enfermedades digestivas que los expliquen.
Generalmente se realiza una endoscopia digestiva”, señala la doctora Malagelada, mediante un endoscopio, un instrumento flexible con una lente y una cámara en su parte final, se introduce por la boca para ver el revestimiento de la parte superior del aparato digestivo.
¿Tiene tratamiento la dispepsia?
La recomendación principal es acudir al médico de familia “si el dolor abdominal persiste en tiempo (más allá de un mes), lo que se considera crónico”.
Aunque, aclara la especialista, es necesario un mayor conocimiento de la dispepsia para iniciar el diagnóstico y tratamiento ya desde la primera consulta.
El primer consejo es realizar algunos cambios en la alimentación y el estilo de vida. Son recomendaciones generales, ya que el manejo dieto-terapéutico deber ser individualizado:
- Evitar las comidas abundantes.
- No eliminar alimentos de forma rutinaria, puesto que puede producir deficiencias nutricionales. Ni tampoco optar por un grupo de alimentos que se cree que solo “nos sientan bien”.
- Evitar una dieta rica en grasas y en fibra.
- Beber agua en pequeñas cantidades durante el día y evitar beber demasiado líquido antes y después de comer.
- Optar por alimentos cocinados al vapor, plancha o hervidos.
- Comer en una posición correcta, tranquilamente y sin distracciones. Sin olvidar masticar adecuadamente los alimentos.
Recomendaciones que se suman a las ya conocidas por todos:
- Realizar actividad física de forma moderada.
- Dieta variada y equilibrada, priorizando la mediterránea, que se considera la más saludable.
- Mantener una higiene del sueño: horario fijo para dormir y no utilizar el ordenador ni el teléfono móvil en las dos horas previas a acostarse.
- Evitar el consumo de alcohol y hábitos tóxicos como el tabaco.
Sin embargo, existen terapias farmacológicas como:
- Antiácidos e inhibidores de la bomba de protones, que inhiben la producción de ácido gástrico.
- Procinéticos, que se encargan de estimular los movimientos del estómago.
- Neuromoduladores para la sensación de molestias abdominales.
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