"Hace no tanto tiempo, unos diez años, cuando alguien se amputaba un dedo de la mano en un accidente no se planteaba la posibilidad de que se le pudiera reimplantar y, por norma general, el miembro cortado iba a parar a la basura. Ahora las cosas han cambiado bastante y los reimplantes están a la orden del día, cada ano haremos entre diez y quince en las islas".

Quien lanza este mensaje esperanzador es el doctor Xavier Terrades que, junto a su compañero Guillem Salva, son los responsables de la unidad de mano catastrófica del Instituto Balear de Cirugía de la Mano (IBACMA) de la Policlínica Miramar-Red Asistencial Juaneda. Además, estos dos cirujanos traumatólogos, que prefieren definirse como cirujanos de la mano, son también los alma mater de la Unidad Multidisciplinaria de Reimplante de Miembros que se ha puesto en marcha en el hospital de Son Espases y que se ha presentado esta semana para rellenar este hueco asistencial de la sanidad pública balear.

"En España no está reconocida la especialidad de cirugía de la mano al contrario que en Estados

Unidos o algunos países europeos como Alemania, y aquí estas intervenciones especificas las realizan los cirujanos ortopédicos y traumatológicos y los cirujanos plásticos", matiza el doctor Terrades, que recalca que, dentro del IBACMA, la unidad de mano catastrófica trata las amputaciones de miembros superiores hasta el humero así como los aplastamientos y las lesiones con pérdida de hueso y tendones.

Piernas y pies

Los miembros superiores se pueden reimplantar pero, .y los pies y piernas? .Que pasa con ellos?

"Técnicamente, reimplantar una pierna o un pie amputado seria más sencillo, ya que las arterias que habría que coser son más grandes. Pero estas intervenciones no están indicadas porque la pierna tiene mucha masa muscular que se puede infectar y gangrenar en caso de no recibir el riego sanguíneo adecuado. Además, ¿para qué se usan los pies y las piernas? Para caminar, no tienen una función especial como la mano. Y para sustituir esta capacidad bastan las prótesis", contesta el doctor Terrades.

¿Qué hay que hacer cuando te amputas un dedo accidentalmente? El especialista recalca que es fundamental mantener la calma y llamar al 061, que enviara una ambulancia medicalizada con un

protocolo bien claro de cómo se tiene que actuar ante estos casos. "Al paciente se le suministraran analgésicos para atenuar el dolor y se le taponara la hemorragia aunque, y esto es muy importante, nunca hay que hacer un torniquete que impida la llegada de riego sanguíneo a la zona amputada. Una vez realizadas estas dos acciones, tan solo queda trasladar al paciente con premura al centro medico", subraya el cirujano.

Respecto al miembro amputado, el especialista aconseja envolverlo en una gasa esteril o en un trozo de ropa limpia e introducirlo en un bote hermetico, similar a un recipiente para analiticas de orina o, en su defecto, en una bolsa de plástico con cierre o un bote. "Y todo ello, en un recipiente con agua y hielo, pero sin estar en contacto directamente con los cubitos porque lo importante es mantener el miembro en frio, pero no congelado. Si nos llega en buenas condiciones, el miembro se puede reimplantar hasta veinticuatro horas después de su desprendimiento. Por eso no hace falta jugarse la vida para llegar lo antes posible al hospital con el dedo cortado", aconseja. Una vez que el paciente ingresa por urgencias, se avisa al cirujano de guardia que estudia el caso concreto y valora si hay posibilidades de reimplantarlo.

"Seguimos cinco criterios para proceder al reimplante. El primero es si se trata de un niño, en cuyo caso lo intentamos sí o sí. Por la larga vida que les queda por delante y porque demuestran una capacidad de recuperación increíble; también nos metemos en el quirófano si el dedo amputado es el pulgar, ya que es el más funcional de todos los dedos de la mano; el tercer criterio de reimplante es si el corte ha afectado a toda la extremidad, a toda la mano; en cuarto lugar, si la amputación ha afectado a varios dedos y, por quinto y último, cuando el corte se ha producido más allá de la falange media por la posterior movilidad del dedo que permitirá el reimplante. Una intervención en una amputación producida más abajo de esta falange media solo conseguiría tener un dedo rígido sin funcionalidad alguna", razona el doctor Terrades.

Operaciones de doce horas

Y ante algunas de este tipo de amputaciones, los cirujanos pasan al quirófano para afrontar interminables intervenciones que, en ocasiones, se dilatan durante doce horas. Unas operaciones que se realizan con microscopios y gafas-lupa para los cirujanos y que requieren de un material quirúrgico especial, como un hilo de sutura más fino que un cabello humano.

"Una vez que el anestesista ha insensibilizado el brazo del paciente, lo primero que hacemos es localizar y señalizar los cabos -las arterias, las venas y los nervios- tanto en la parte amputada como en el paciente. Esta localización puede llevar más de una hora y así le ahorras al paciente ese tiempo de anestesia, que suele ser general más que nada por la pesadez y la duración de la intervención. Luego, lo primero que hacemos es fijar el hueso, en segundo lugar los tendones, luego las arterias para llevar sangre a la zona reimplantada, en cuarto lugar unimos las venas, luego los nervios y, por último, la piel", explica todo el proceso quirúrgico.

Tras la intervención, el paciente queda ingresado entre cuatro y cinco días, que son los más críticos porque es cuando se sabe si la operación ha sido exitosa o no. "Si el miembro reimplantado tiene un color rosado es que todo ha ido bien, que la sangre circula y que el paciente podrá comenzar la rehabilitación para recuperar la movilidad de la extremidad en una o dos semanas. El problema es cuando el miembro se pone blanco, síntoma de la que la sutura de la arteria no ha ido bien, o azul, que denota que ha fallado el cosido de la vena. Para nosotros es un momento trágico porque implica que todo el trabajo hecho ha fallado y el paciente lo nota en la expresión de nuestra cara cuando destapamos la venda. Sabe que algo no ha ido bien", admite este cirujano especializado en la mano.

Ante esta tesitura, solo caben dos opciones, volver a intervenir o amputar de forma definitiva. "En los reimplantes tenemos una tasa de éxito que ronda entre el 80% y 90% de los casos y en los que se consigue que el paciente recupere la funcionalidad y sensibilidad del miembro reinsertado en un 50% y 60%. En caso de que haya que volver a operar, los porcentajes de éxito se rebajan hasta el 20% o el 30%", evalúa Terrades, que señala como efecto secundario de este tipo de intervenciones el hecho de que el miembro reimplantado sea más sensible al frio.

Casos más frecuentes

Sobre los casos más habituales que pasan por sus manos, el cirujano señala el de los niños que pierden la punta de un dedo al pillárselo con una puerta, que tiene mucho mejor pronóstico si la parte lesionada permanece colgada de la extremidad y ese trozo de carne tiene un color rosa, lo que implicara que no será preciso coserla arteria.

También son muy frecuentes los casos de arrancamiento de dedos de los marineros por un fuerte tirón de una maroma de barco, las manos afectadas por la explosión de un petardo, los aplastamientos por máquinas pesadas, los accidentes laborales de carpinteros y carniceros -"el uso de las mallas metálicas con las que estos últimos se protegen las manos son relativamente recientes", matiza Terrades-, las amputaciones provocadas en accidentes de trafico -"todavía me dan escalofríos cuando veo a alguien conducir con un brazo fuera del coche", confiesa-, las producidas por los guardarraíles que cortan como cuchillas o los cada vez más frecuentes accidentes domésticos de aficionados al bricolaje que utilizan peligrosas radiales, enumera el cirujano.

"También es bastante habitual lo que conocemos como degloving, que es cuando un anillo que llevas en un dedo se engancha en alguna parte y te pela toda la extremidad. Si te deja todas las falanges sin piel, no hay nada que hacer más que amputar", confiesa el doctor Terrades.

Su compañero, el doctor Guillem Salva, apunta que estos casos, que afectan tanto a hombres como

a mujeres que llevan anillos, se producen generalmente cuando el aro se engancha al intentar escalar una valla. "Y el paciente nos llega a veces con una fractura de hueso además de con la lesión en la piel, que ha sido arrancada de cuajo y precisa de una complicada intervención para revascularizar las arterias y venas".

Entre las anécdotas que atesora esta cirujano se encuentra la de un marinero ruso que, embarcado en un mercante en alta mar, perdió el pulgar por una maroma. "Tardaron cuarenta y ocho horas

en llegar a puerto aunque, afortunadamente, habían conservado correctamente el miembro amputado y se le pudo reimplantar de nuevo. Imagínate cuál sería su sorpresa al despertarse de los efectos de la anestesia y descubrir que el dedo que había perdido estaba de nuevo en su mano. Hoy puede parecer una anécdota graciosa, pero no me gustaría pasar por una experiencia similar cuando me encontrase de viaje en Rusia, con un total desconocimiento del idioma", concluye el doctor Guillem Salva.