El pasado Día de los Santos Inocentes, España se dotó de su primera Ley de Información No Financiera. La norma obliga a las empresas de más de 500 empleados a presentar un informe de gestión que incluya cuestiones medioambientales, sociales, de lucha contra la corrupción y el soborno, derechos humanos y relativas al personal. Pese a las críticas que la acusan de llegar tarde y mal, la nueva regulación marcará el devenir de la Responsabilidad Social Corporativa en 2019, una agenda en la que la economía circular, la sostenibilidad y el futuro del trabajo van a ocupar más y más espacio.

En el camino hacia una transición justa, está previsto que los requisitos impuestos por la nueva normativa generen nuevas oportunidades laborales en un sector que ya emplea de manera directa a 120.000 personas en España, según la Fundación Seres.

En este periodo de adopción progresiva de la RSE a escala mundial, las empresas españolas han ido consolidando un liderazgo en varios sectores de actividad, siendo por ello reconocidas internacionalmente. A modo de ejemplo, 21 de las 35 compañías del IBEX 35, se encuentran en un percentil 70 o superior en sostenibilidad a nivel mundial, de acuerdo con Sustainalytics, una agencia de rating de sostenibilidad. Siete de ellas, además, lideran sus respectivos sectores a nivel mundial. Y fuera del universo cotizado, abundan compañías con un marcado liderazgo en la RSE.

Pese a que es una función relativamente joven en las empresas, la RSC ha generado un gran ecosistema laboral que va in crescendo explorando nuevos nichos de mercado. Según el V Informe del Impacto Social de las Empresas que la Fundación Seres elabora con Deloitte sabemos que más del 32% de los proyectos de RSE se han desarrollado en torno al empleo. Un 24% de las iniciativas se orientan a generar oportunidades de empleo e integración laboral, convirtiéndose de este modo en el área en que se concentran el grueso de los proyectos. El 9% restante se ha llevado a cabo en el ámbito de la formación para el empleo. Así, el volumen de personas integradas laboralmente a final de año sigue creciendo y duplica la cifra del informe anterior, pasando de más de 64.000 personas a 118.242 en esta edición.

En datos de este informe, el volumen de participantes en proyectos de RSE se ha duplicado en los dos últimos años: 300.478 empleados se involucraron activamente en iniciativas relacionadas con la RSE durante el ejercicio anterior, frente a los 194.000 de la pasada edición. Desde las organizaciones se promueve un mayor compromiso con la RSE: el 83% de las empresas promueve el voluntariado corporativo, si bien el 90% contempla los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU) en su estrategia de RSE, un 8% más que el año anterior.

Dirse, la asociación de directores de Responsabilidad Social Empresarial está integrada por más de 500 profesionales. Ellos son los encargados de que las empresas desarrollen sus propias políticas de RSC y los responsables últimos de los reportes de información no financiera. Miwi Clavera, directora de la entidad, diferencia entre los dirse que llegaron a su puesto por convicción y los que lo hicieron por casualidad. Este tema "engancha y mucho", pero "existe un gran desconocimiento sobre lo que realmente es la RSE que, a veces se confunde con filantropía o con la elaboración de informes de sostenibilidad, por lo que la formación o concienciación es importante". Si se pretende que "la RSC forme parte de la estrategia misma de la empresa es necesario un cambio en la cultura de la empresa, y en eso los empleados son clave", incide.

La otra RSE

La realidad respalda a Miwi Clavera. Gran parte de las empresas que practican la RSC siguen asociándola a programas de apoyo social paralelos al negocio, en vez de concebirla y desarrollaran como una palanca para mejorar la gestión, su sostenibilidad futura y la resistencia del negocio. Es lo que José Carlos González, responsable de Sostenibilidad y RSE de CCOO, llama "la otra RSE". El objetivo es "conseguir que las grandes empresas suministradoras de bienes y servicios básicos asuman un mayor compromiso con la sociedad y unos comportamientos más responsables en todas sus actuaciones y en su cadena de valor, empezando por sus propios empleados".González se refiere a una RSE que se decante hacia las tablas salariales, la igualdad, la conciliación, la cadena productiva, las empresas multiservicios, las subcontrataciones y el medio ambiente. "Por supuesto", dice, "el medio ambiente, pero no solo, porque sin trabajo decente la próxima burbuja tendrá un lindo color verde".

Coincide en su valoración Germán Granda, director general de Forética, quien asume que la agenda ha estado muy enfocada en transparencia y cambio climático "y en cierto sentido", dice, "se ha olvidado de las personas, de las que trabajan en la organización pero también de las que quedan fuera del mercado laboral". No obstante, su pronóstico es optimista."El tamaño e influencia de los equipos de RSC ha crecido en los últimos años en las empresas como respuesta a una mayor percepción del valor estratégico de la sostenibilidad, que ha pasado de ser apreciada por contribuir a mejorar la reputación a ser valorada por su aportación al valor del negocio", explica.