A Jagoba Arrasate se le acumulan los problemas

El técnico del Mallorca debe solucionar los infantiles errores tácticos que condujeron al equipo a caer en Girona y buscar una manera de recuperar a futbolistas que parecen desconectados

Jagoba Arrasate, este lunes en el banquillo del Mallorca en Montilivi.

Jagoba Arrasate, este lunes en el banquillo del Mallorca en Montilivi. / Marc Martí

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

Palma

La derrota del Real Mallorca en Girona ha hecho mucho más daño que únicamente no sumar tres puntos. La mala imagen de los bermellones en Montilivi, unida al triste espectáculo final vivido entre jugadores y parte de los aficionados desplazados, ha provocado un ambiente extraño cuando el curso está a punto de finalizar y la posibilidad de estar en Europa el curso que viene sigue abierta, al menos por el momento. A Jagoba Arrasate, que únicamente tiene la llave para arreglar lo que sucede dentro del campo, se le acumulan varios problemas que debe intentar solucionar para que el final de Liga de los bermellones, acabe o no con premio, no empañe el resto de la temporada.

A nadie escapa, tampoco al de Berriatua, que el Mallorca no estuvo a la altura de lo deseado en Girona. Era un día señalado porque, de ganar, el Mallorca se habría colocado séptimo en solitario y en una posición inmejorable de cara a las últimas cuatro jornadas. Pero más allá de los primeros minutos, los bermellones no opusieron resistencia.

La descoordinación fue uno de los principales problemas que acusó el Mallorca, en especial en la primera mitad. Arrasate apostó por una defensa de cinco, pero la mala presión provocó que los espacios apareciesen por todos lados. Sobre todo por la banda derecha, donde ni Antonio, ni Maffeo ni Samu Costa, en varias ocasiones, ocuparon el espacio que debían. El gol de Stuani y las principales ocasiones vinieron por ese costado. Pero no fue solo cosa de ellos. El resto de la defensa pareció despistada y superada en todo momento, llegando a desquiciarse y mirando al banquillo en busca de soluciones.

El centro del campo, donde solo cobraba sentido la jugada al aparecer Sergi Darder, tampoco consiguió dotar de estructura al juego de los bermellones. Dani Rodríguez, que parece estar llegando muy justo físicamente al tramo final, no actuó de enlace con la delantera, con un Larin demasiado solo e ineficaz recibiendo el balón a demasiados metros del área rival.

Pero más allá de aspectos tácticos, sí hubo algo que preocupó a gran parte del mallorquinismo: fue el exceso de nervios en muchos jugadores –otros directamente desconectados–, impropio con una situación en la tabla en la que deberían estar disfrutando. Reproches, frustración y malas caras de manera continua.

A pesar de que el global de la temporada es más que bueno, con la permanencia virtual lograda hace semanas y la matemática este fin de semana, el 2025 del equipo está muy lejos de lo esperado.

De hecho, el Mallorca sería el quinto por la cola y el equipo menos goleador, empatado con el colista Valladolid, si solo se tuviese en cuenta la segunda vuelta. Se avecina una semana complicada en Son Bibiloni, pero, pese a todo ello, un triunfo este sábado ante el conjunto vallisoletano volvería a reflotar el sentimiento de ilusión por Europa.

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