Fútbol. Copa del Rey.

Un año de la final de La Cartuja y los malditos penaltis para el Mallorca

El conjunto bermellón se quedó a unos pocos lanzamientos desde los once metros de volver a levantar un título 21 años después en un partido para el recuerdo

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

Palma

El 6 de abril de 2024 es una fecha ligada para siempre a la historia del Mallorca. Hoy justo se cumple un año de la dolorosa derrota ante el Athletic Club en La Cartuja en una maldita tanda de penaltis que tantos aficionados no quieren volver a revisar. Fue un desenlace muy cruel para un grupo de jugadores que soñaban con levantar el tercer título de la historia del club.

 Aquel día, 20.000 mallorquinistas se dieron cita en Sevilla para apoyar a los suyos en una nueva final de Copa del Rey. El mayor desplazamiento de la historia se hizo posible, no sin problemas y contratiempos, para estar en una cita histórica para muchos. Acabó con lágrimas, tristeza y decepción, pero devolvió la ilusión a aquellos que ya no se acordaban de lo que era estar a punto de levantar un título tras 21 años de sequía.

Ese día, el Athletic Club se alzó campeón por la vía de la tanda de penaltis. Esa noche marcó un antes y un después en el sentimiento de pertenencia al Mallorca. Muchos niños y niñas, que tan solo habían visto imágenes y escuchado recuerdos de 1998 y 2003, sintieron lo que era de verdad ver a su equipo disputar una final. 

Los mallorquinistas fueron minoría por las calles de Sevilla y en las gradas de La Cartuja, pero no se notó durante el partido. Los bermellones, fieles al estilo que habían desarrollado durante dos años y medio con Aguirre, le pusieron las cosas muy difíciles a los Nico Williams y compañía. 

De hecho, el gol de Dani Rodríguez en la primera mitad tras una serie de rebotes en el área hizo pensar que el segundo título era posible. Los bermellones jugaron bien, maniataron en muchos momentos a los de Valverde, pero Sancet logró la igualada en la segunda parte tras un gran pase de Nico Williams. 

No fue nada fácil aguantar el empate. Las lesiones se cebaron con la defensa, la fuerzas empezaron a ir muy justas y tocó defender. Y eso se le daba de maravilla a ese Mallorca. La prórroga, que siempre tendrá de recuerdo como Abdón se quedó sin jugar y la carrera de Aguirre para hablar con él, estuvo a punto de encumbrar a los jugadores si el remate de Muriqi hubiese ido un poco más colocado. La tanda de penaltis trajo lloros y tristeza, pero también la emoción y orgullo de los mallorquinisas de ver a su equipo en una final.  

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