Fútbol. Primera División.
El Mallorca gana en el descuento en un partido de locura
Los bermellones remontan al Espanyol en el descuento tras disponer de cuatro penaltis a favor y fallar dos, siendo anulado uno por el VAR
Ya miran solo a Europa tras alcanzar los 40 puntos a falta de diez jornadas

Pasarán los días y lo que sucedió en el Real Mallorca-Espanyol tardará en olvidarse. Lo importante fue el final, sin duda: los bermellones remontaron para ganar (2-1), ya suman 40 puntos– sinónimo de permanencia– y ya pueden dedicar exclusivamente todos sus esfuerzos en ir a por Europa cuando solo restan diez jornadas. Pero cómo se llegó a ello es algo que pocas veces se ha visto. Y es que sin el nuevo fútbol que ha creado el VAR no habría sido posible. Un descuento de locura, con un penalti (el tercero del partido) que se mandó repetir más de seis minutos después y cuyo ejecutor fue Muriqi, que previamente se marcó en propia y falló otra pena máxima.
Si alguien salió de Son Moix convencido de haber entendido todo lo que Quintero González, en colaboración con Del Cerro Grande, señaló en el partido, miente. Por suerte, fue el beneficiado en todas las acciones, pero de no haber sido así habría ardido Troya.
El choque ante el Espanyol estuvo cargado de momentos tensos y esperas dolorosas para el corazón. Una primera parte tediosa dio paso a un segundo acto en el que el fútbol brilló por su ausencia, pero repleta de emoción y nervios.
Muriqi, el hombre del partido, puso la primera piedra para un día de infarto marcándose en propia. El kosovar, que si de algo va sobrado es de personalidad, no dudó en lanzar el claro penalti cometido sobre Mojica. Joan García le adivinó la intención, pero no pudo detener el remate de cabeza de Asano a pase de Darder. Entre medias, un penalti anulado por mano de Kumbulla. Después fue el turno para su compañero Abdón, derribado en el área. Otra pena máxima y de nuevo fallada. Y tras ello, cuando todo parecía perdido, el VAR echó un cable al Mallorca y Muriqi, ahora sí, marcó el segundo y definitivo.
Un once reconocible
La victoria era innegociable para Jagoba Arrasate y por ello el de Berriatua regreso a su centro del campo pre-2025. Samu Costa como pivote y Morlanes y Darder como interiores, relegando a Mascarell al banquillo cuando acumulaba un gran último mes de competición. Una idea que no funcionó durante la primera mitad.
El Espanyol la tuvo con Expósito; el Mallorca con Asano, pero lo que reinó en el primer periodo fue el miedo a la contra ajena por delante de cualquier mínimo riesgo. La presión de los atacantes blanquiazules y la inactividad de los bermellones propiciaron un aburrido ejercicio. Por suerte para los poco más de 18.000 espectadores que acudieron a Son Moix –un número muy bajo– el espectáculo les aguardaba tras el descanso.
Muriqi, de villano a héroe
El inicio de la segunda parte fue terrible. Apenas había pasado nada, cuando en un saque de esquina a favor de los blanquiazules, Muriqi, en su intento de despejar la pelota, se la acabó introduciendo en la suya propia. El mazazo dejó helado a todos, nadie esperaba un golpe así. Pero poco duró la sensación. Un centro de Asano lo peleó Mojica y El Hilali, muy inocente, derribó al colombiano. Era el momento de Muriqi, de arreglar lo anterior, pero nada de eso. Joan García le adivinó las intenciones.
Pero allí estuvieron Darder y Asano para devolver el calor al estadio. Un centro medido del de Artà lo remató el japonés de cabeza, que sigue de dulce en casa, para empatar el partido. El partido cogía otro color, pero cualquier cosa podía pasar. Puado rozó el segundo con un remate raso y, en la jugada siguiente, el balón pegó en el brazo de Kumbulla. El colegiado señaló penalti, pero desde el VAR le llamaron para revisar la acción, decretando que no había nada.
Abdón, Valery y Mascarell entraron en busca de algo diferente. Y se encontró. El de Artà provocó otro penalti que él mismo se encargó de ejecutar, pero otra vez apareció Joan García. Con lo que no contaba el portero catalán es que el VAR ayer era bermellón, viendo que Kumbulla invadió el área antes de tiempo. Y seis minutos después, Muriqi, en su última oportunidad para redimirse, lanzó de nuevo desde los once metros para hacer estallar de alegría a Son Moix. Europa es posible.
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