Entrevista | Fútbol Exjugador de Las Palmas y Mallorca

Miguel Ángel Valerón: «Mi hermano Juan Carlos vomitó en la pretemporada con Cúper»

El exfutbolista de Las Palmas y Mallorca revive su paso por el club bermellón, al que llegó en 1998

«En Mallorca, el fútbol no tiene la repercusión mediática y social que tenemos en Gran Canaria», destaca

Miguel Angel Valerón y su hermano Juan Carlos , en las oficinas del Mallorca en el Lluís Sitjar en marzo de 1998

Miguel Angel Valerón y su hermano Juan Carlos , en las oficinas del Mallorca en el Lluís Sitjar en marzo de 1998 / Óscar Pipkin (EFE)

Paco Cabrera

Las Palmas de Gran Canaria

Miguel Ángel Valerón fichó por el Real Mallorca en el verano de 1998 (aunque había firmado en marzo, cuando se trasladó a Mallorca mientras se recuperaba de su lesión). Su hermano Juan Carlos firmó ese mismo verano dejó el club bermellón con destino al Atlético de Madrid. Lesionado de gravedad por una entrada de Ferrer en un partido de Copa ante el Barça (en marzo de 1997), ya no volvió a ser el mismo que había irrumipido en la Segunda División con el Las Palmas.

Analista en la TVC (televisión canaria), vivió en primera persona el aterrizaje y explosión del 'Flaco' en Palma. Licenciado en INEF, es experto en readaptación. « [Diego] Tristán era como ‘Orlandito’ Suárez, también tenía cosas del Turu», recuerda.

¿Qué recuerdos tiene de su etapa en Mallorca, que se remonta a 1998 tras su grave lesión?

La etapa fue corta pero muy bonita, buenos recuerdos. En el segundo año, en los primeros cuatro meses estuve con el primer equipo de Héctor Cúper y terminando la fase de recuperación de mi lesión. Había un equipazo con Valerón y el subcampeonato de Copa del Rey. Estar mano a mano, en el día a día, fue una experiencia tremenda. Coincidí con Tristán en el Mallorca B y descendimos a Segunda B. Jugamos contra la UD Las Palmas [en la 98-99] y te percatas que allí hay una gran calidad de vida. Pero en Mallorca, el fútbol no tiene la repercusión mediática y social que tenemos en Gran Canaria. La economía se basa en el turismo y hay muchas nacionalidades, mucha diversidad. La afición que está muy cerca del equipo, pero sin esa fiebre que hay aquí. No hay una gran presión, te dejan trabajar. A nivel económico, por las inversiones del sector empresarial, es otro mundo. El RCD Mallorca es una seña de identidad de calidad y de imagen del gran nivel de vida que existe.

¿Qué fue lo que más le impactó de Héctor Cúper?

Mucha exigencia, la pretemporada fue la más dura de mi vida y sobre todo, una persona cercana y a la vez lejana. En el trato era justo. Trataba de que el futbolista mantuviese siempre la tensión; era entrenador pero no tu amigo. Siempre muy respetuoso, era un hombre honesto con el jugador. Practicaba una idea muy señalada de juego. Fue central de Lanús y armaba los equipos desde atrás y luego la tremenda calidad que había en ese Mallorca. Su metodología le llevó al Valencia, Inter...

Y su leyenda de ‘pierdefinales’.

Sí, no tenía suerte [perdió dos Champions con el Valencia, una Recopa y Copa con el Mallorca, una Copa con el Aris griego y una Copa de África con Egipto]. Recuerdo la final de Mestalla de Copa, yo estuve con ellos en el vestuario y percibías ese miedo. Lo arrastraba. El miedo a perder, el no saber ganar y quedarse a las puertas. Y eso que competía muy bien, lo preparaba todo al detalle. Le gustaba vivirlo y su carrera atesora un gran mérito.

¿Tristán era un ‘Orlandito’ de dibujos animados?

Sí, un Orlandito muy atrevido, con mucha personalidad. Era como el Turu Flores. A nivel defensivo parecía que no estaba porque competía por cuenta ajena. Iba por libre, no hacía ese trabajo grupal defensivo, pero luego cuando la situación era complicada y tenía el día te resolvía para darte puntos. Maravillaba con una facilidad y calidad tremenda, sacaba ese talento de la chistera. Te matabas a defender y él a lo suyo, pero luego cumplía con lo que sabía hacer.

Ahora reina el futbolista de laboratorio. Salen en serie y el perfil Romario está en extinción.

El futbolista de talento lo sabe, y luego está su personalidad. Valerón tenía un carácter distinto, pero el genio tiene una seguridad descomunal en sí mismo. No caen en el temor general, son tan buenos que matan a los entrenadores. La falta de compromiso defensivo, tipo Romario, te la compensan con goles de ensueño como Tristán.

El gol de su hermano Juan Carlos al Athletic en el Lluís Sitjar fue su carta de presentación presentó al mundo. Me llamo el ‘Flaco’.

Fue tremendo. Marcó un antes y un después. Yo estaba en Las Palmas, se levantó una polémica tremenda con su marcha y sé que en la pretemporada le costó. No quería ir al Mallorca, fue un palo duro. Las pretemporadas de Cúper eran criminales, recuerdo subir una cuesta del campo de golf con Marcelino y Juan Carlos vomitó. Le dijeron, ‘si no puedes, vete al vestuario’. El míster buscaba atletas, que físicamente pudiesen sostener esfuerzos de alta intensidad el mayor tiempo posible. Mi hermano lo pasó mal, pero ese trabajo físico le vino muy bien. El talento con físico, exponencialmente se dispara. Y ese gol, lo escuché por la SER y esperé a la noche para verlo. Marcó un antes y un después.

El vómito desnuda la metodología marcial de Cupér.

Sí, fue muy dura. Mi madre fue para allá y yo, que pertenecía a la UD, me incorporé en enero de aquel curso. Le acompañé y después de entrenar siempre se iba a la cama a dormir. No podía con su cuerpo. Ya con mi madre, que le hacía las comidas, pues llegó un cambio importante. Además, modificó su alimentación. Si no tenías una buena nutrición, con esa carga física, era imposible. Y mi hermano creció y mejoró.

¿Cómo era la convivencia en el piso con su hermano? ¿Quién fregaba? ¿Qué tareas tenía?

Vivíamos en un piso en el Paseo Marítimo. Estábamos de lujo. Tenía de vecino a Lorenzo Sanz, en la época que su hijo Paco jugaba en el Mallorca. Allí se vive muy bien.

¿Se puede importar el modelo Mallorca a la UD? El club bermellón ha ganado una Copa y ha disputado otras tres finales, la última el pasado abril ante el Athletic.

Son muchas cosas. En Mallorca, la inversión económica es notoria, es una isla que te empuja mucho. La seña de identidad es la calidad. Es más fácil que un jugador vaya a Mallorca, a una hora de Madrid, que venga a Gran Canaria. Tiene buenos campos de golf y así los captas. Yo me hacía esa pregunta y eso que en invierno hace mucho frío. En Canarias lo tenemos todo, ¿pero en qué fallamos? En Mallorca lo tienen bien montado, reina y prima la calidad de los restaurantes. Todo limpio, el casco viejo bien montado, como si fuese Los Ángeles. Son exigentes en calidad, lo ves por la calle, arrocerías. Hay mucho alemán con dinero y se apuesta por un turismo de calidad, de alto poder adquisitivo. Si lo comparas con el sur de Gran Canaria, estamos a años luz. La temporada alta aquí es invierno, pero estamos lejos. Debemos aprender, no sé cual es la clave a la hora de importar el modelo Mallorca. Aquí nos conformamos con poco, nos quedamos satisfechos con el sol y no buscamos más calidad en servicios, nivel lúdico, atracciones turísticas...Cuando vives en Palma lo captas. Me dio esa rabia: ¿Por qué no tenemos ese nivel de limpieza aquí?

A Juan Carlos se le tildó de ‘traidor’ tras dejar la UD para militar en el Mallorca. ¿Qué opina usted del final del caso Valles?

Es inevitable. En el fútbol mandan los intereses de los jugadores y económicos. Es un mundo muy cruel y pasajero. Fíjese lo que me pasó a mí con 23 años [la grave lesión que sufrió por una entrada de Ferrer en el Insular]. Tienes la lesión y te quedas mirando para el aire; se te va todo, tus esfuerzos no valen, te quedas a las puertas por una lesión. El futbolista aprovecha su oportunidad, el factor económico influye y en el caso Valles, su deseo explícito era jugar en el Betis. Se la jugó demasiado. Estiró el chicle, pero son decisiones que debes tomar: sale bien o mal. Lo de mi hermano, salió bien, pero me costó muchísimo. El Mallorca llegó con un precontrato y la UD le quiso subir la cláusula a mil millones [pesetas] para retenerlo.

El dinero manda.

Pero no fue por eso. Las diferencias económicas no fueron el factor concluyente. Valerón tenía potencial y había muchas diferencias por jugar en Primera. Le triplicaban el salario; pero no fue económico, me dolió que no le diesen valor. Nunca sabes cómo te saldrá un futbolista (...) El Mallorca le daba 50 millones por temporada y la UD no llegaba ni la mitad. Pero es que los directivos amarillos le querían subir la cláusula a mil millones. Ahora soy muy amigo de Sabino López, en aquel entonces le decía que no estaba de acuerdo. Es muy bueno en números, es un talento a nivel matemático, pero es difícil sostener a un futbolista en progresión. Es como con Moleiro, ya no lo podrás retener más.

Al margen

¿Qué opina de la UD de Martínez? Tras el seis de nuevo del técnico gallego, ahora hay un ciclo de cero victorias en las últimas cinco jornadas de 2025. Es un escudo ciclotímico y que solo tiene un punto de renta con el abismo.

Con los recursos que hay [límite salarial], más la cantera, en la que hemos tenido suerte en las últimas generaciones con Pedri o Moleiro, la UD se ha defendido lo mejor posible. Si hacemos un análisis con el Villarreal, la ciudad más corta de Europa y con menos población, pues cuentan con una Europa League. Hacen una inversión de 72 millones y sacan doce de beneficio. Por su parte, la política de la UD es comprar y revalorizar. No se les puede achacar nada, se creció a nivel de infraestructuras y claro que me gustaría tener una mejor plantilla. Pero para traer jugadores a Gran Canaria debes gastarte el dinero, porque eres el último eslabón de la cadena por la distancia. Tira mucho la familia, el del Getafe, vive en Madrid y es un factor determinante en el casting.

Dicen que es un analista de Champions. Milimétrico en la TV.

En la Televisión Canaria, con Jesús Alberto, que es un monstruo de los medios, tratas de aprender. Es un mundo que ha sido una sorpresa para mí y le encontré el gusto. Trato de entender el juego y valoro las estructuras. Cuento lo que no se ve, enfocarme en cosas que pasan desapercibidas para el espectador. Me encanta dedicarle horas y poder analizarlo.

Ferrer ya le pidió perdón.

Fue emotivo para un vídeo de los 25 años de la lesión. Fuera de micro se quedó fastidiado. Se sentía avergonzado. Me dijo que no podía dormir pensando que podía haber entrado de otra manera o que yo pude saltar. Convivir conmigo fue muy doloroso para él, sentir mi perdón le alivió.

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