Fútbol

Y Son Moix coreó "Larin, Larin"

El delantero canadiense cuajó su mejor actuación como jugador del Mallorca en un partido en el que lideró la remontada con dos goles y un despliegue físico que enamoró a una afición que le despidió con reverencias

Omar felicita a Larin tras el segundo gol ante el Girona.

Omar felicita a Larin tras el segundo gol ante el Girona. / Cati Cladera / EFE

Sebastià Adrover

Sebastià Adrover

Palma

«Laaaarin, Laaaarin, Laaaarin» empezó a corear de forma espontánea Son Moix en un grito impulsado por la grada de animación. Era el minuto 64 de un partido en el que el ariete canadiense había sido el gran protagonista de la remontada del Mallorca ante el Girona. Todavía quedaba un mundo por delante ante un Girona de Champions, pero el público se rindió a su despliegue físico y acierto que ayudaba a sostener al equipo desde la delantera.

Más de una temporada después de su fichaje, el segundo más caro de la historia -8 millones-, el internacional se sintió por primera vez como un ídolo vestido de rojo y negro. Sus dos goles, que le convierten en el ‘pichichi’ del equipo con cuatro, sirvieron para mucho más que para sumar los tres puntos. «Es uno de los mejores partidos desde que estoy aquí. Hemos trabajado juntos y hemos conseguido los tres puntos», explicaba tras el encuentro en los medios del club. Y no tiene razón, porque no hubo una mayor exhibición que la de ayer por la tarde desde que aterrizó en la isla. Lo hizo casi todo bien y fue un líder que marcó las diferencias. El primer tanto es por talento y el segundo es por fe en dos acciones que decantaron las balanza para los locales.

A los veinte minutos, y con 0-1 en el electrónico, recogió el balón enviado por Darder, le ganó en el cuerpo a cuerpo a Miguel y se marchó en velocidad para darle la pelota a Muriqi, que se la devolvió para que, a la primera, batiera a Gazzaniga. Fue una acción de juego combinativo tan bonita como efectiva, de principio a fin, y que demostró que se puede entender con el balcánico. Precisamente la roja al propio Muriqi dificultaba su trabajo, sobre el papel, pero sucedió lo contrario. Ahí se creció. Y lo demostró siendo el primer defensor y siempre buscando desmarques en ruptura que fuera una salida para sus compañeros. «Me he sentido cómodo jugando solo arriba. Con mi velocidad y potencia he conseguido hacer un buen partido», dijo. Y en una de esas que fue a presionar, se aprovechó del mal pase de Juanpe a Gazzaniga para que el despeje del meta se estrellara en su cuerpo y anotara el 2-1. Son Moix enloqueció, nadie se lo podía creer, pero el triunfo era posible. 

Al ser sustituido, la grada le hizo reverencias. «Agradezco mucho la ovación», confesó visiblemente satisfecho. Es consciente de que no estaba a la altura de las expectactivas, pero con actuaciones así el mallorquinismo solo puede aplaudir y celebrar que, por fin, Larin está enchufado.

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