Desastrosa imagen la ofrecida por el RCD Mallorca en Girona. Empezar ganando 0-1 y echarse atrás como poseídos por el sistema a los 4 minutos tiene su riesgo y más ante un equipo que se caracteriza por su capacidad goleadora.
La ¿táctica? tuvo su premio y al descanso se llegó con 4-1 en el marcador.
Resumiendo: lo peor que le pudo pasar al Mallorca fue que Muriqi marcara su primer penalti de los tres que ha tenido en seis jornadas; fue marcar y echarse todos atrás a verlas venir y que, evidentemente, vieron.
Hacía tiempo que no veía un equipo tan cobarde. Y hay que dar gracias al Girona que, primero, levantó el pie del acelerador en la segunda parte y que a media hora del final, retiró a los buenos, para dar descanso y aplicar rotaciones ante un Mallorca roto que daba pena a sí mismo y al rival.
En Vigo, el ‘sistema’ tenía su aquel porque el 0-1 había llegado en el minuto 84 y esta vez, llegando en el minuto 3, el suicidio fue colectivo.
Y todo esto no solo no me gusta a mí, pues lo preocupante es que ha dejado de gustarle a los jugadores y eso suele traer malas consecuencias.
Los dos goles de Abdón para maquillar el resultado son, eso, maquillaje y reivindicación para él, claro.
Tanto concedes, tanto recibes. Ahora, a por el Barça, con perdón.