Opinión

Castigo a la falta de ambición, por Antoni Ruiz

Muriqi controla el balón durante el partido ante el Getafe.

Muriqi controla el balón durante el partido ante el Getafe. / Efe

Antoni Ruiz

Fin de año sin premio para un Mallorca que puso pocos números para llevarse algo positivo ante el Getafe. Quien no se arriesga no gana, es una premisa que suele cumplirse y ayer no fue un caso diferente. El equipo de Javier Aguirre fue muy poco ambicioso y regresa de vacio, nada extraño cuando no se tira un solo balón entre los tres palos en 95 minutos de juego.

Sánchez Flores y Aguirre se copiaron el sistema, con una defensa de cinco, con tres centrales, camuflada en el caso del madrileño por la presencia de un delantero como Portu en uno de los laterales. Si la ausencia en el Mallorca de Galarreta por sanción es solventada en la zona de creación por un doble pivote Baba-Bataglia, en lugar de opciones como la de Antonio Sánchez, -pese a su grosero error en el segundo gol- o al Grenier que despertó ilusión en el primer tramo liguero, poca ambición se destila. El mensaje era claro, lo importante era mantener el cero en la portería y sorprender al rival en alguna contra cuando las líneas estén desacopladas. La búsqueda del 0-0 ganaba enteros, porque jugando así es difícil acercarse al área rival, aunque el Mallorca pudo encontrarse con un penalti tonto que le hubiera cambiado la cara a su partido.

El Getafe empezó la segunda mitad enchufado, sabedor de que el empate le valía de poco, dada su ubicación en la tabla. El gol de Borja Mayoral nos hizo revivir un ‘deja vú’ del pasado año, aunque en esta ocasión el exmadridista sería incluso capaz de doblar su cuenta.

No basta ir a por el partido cuando el rival es inferior como en la Copa, o cuando el marcador está en contra. El Mallorca quiso cambiar de estilo, sumó delanteros en busca del gol, pero era tarde, se habían perdido 69 minutos y sirvió para poco, aunque el balance a final de año no es malo.