La incógnita del día era ver como se desenvolvía un Mallorca sin Muriqi. El delantero kosovar ha mediatizado tanto el esquema de juego de los rojillos que todo eran dudas sobre los resultados que se podían obtener. El resto del sistema se mantuvo invariable, con su defensa de tres centrales, cuatro hombres en el centro del campo y un solo punta.
El elegido para sustituir a Muriqi fue Abdón y estuvo a punto de hacer olvidar al ausente. Hubiera sido así si sus dos primeros remates a puerta con marchamo de gol no se hubieran estrellado contra el hombre del partido, el marroquí Bono, que hizo dos paradas decisivas, de esas que valen puntos. Esa es la realidad del partido, por mucho que el Mallorca, después de esa efervescencia de los primeros 15 minutos electrizantes, pasara a elaborar un juego que solo podía llevarle al empate.
El Sevilla, que llegó en zona de descenso, se dedicó en cuerpo y alma a no perder el partido, más preocupado en anular al rival que en crear juego, por mucho que Isco tuviera otra idea de juego. La presión sevillista hizo desaparecer del campo a Kang in Lee y a Galarreta.
Los andaluces se llevan un premio excesivo. Ni un tiro a puerta en toda la primera mitad, y el primero que hacen en el partido, el cañonazo de Gudelj desde más de 20 metros, que acabó en la escuadra de Rajkovic.
Solo en los últimos doce minutos se atrevió Aguirre a cambiar el guión y pasar de esa defensa de cinco a una de cuatro. Fueron los momentos en los que el Mallorca asustó un poco a su rival y en los que tuvo la ocasión de lograr un merecido punto. Pero ahí estaba de nuevo Bono para negarle a Ángel una ocasión de aquellas que no deben fallarse.
