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Opinión

El Madrid golea sin incumplir el decreto de ahorro de energía

Maffeo enloqueció a Vinicius, que da más puñadas al aire que un tenista E. Press

Supongamos que el encuentro se disputaba en el Bernabéu, porque el césped estaba más desgastado que Wimbledon en la segunda semana. Solo el miedo escénico explica que el afanoso Muriqi no marcara en el minuto cero. Courtois no le detuvo el balón, le derrotó en el duelo de miradas cruzadas. El mallorquinista no volvería a cometer el error visual en su gol desde las alturas. La memoria histórica también atenazó a Antonio Sánchez en la segunda mitad, cuando cerró los ojos ante Courtois y ni siquiera se atrevió a depositar el balón en sus manos. Lo envió fuera, con lo difícil que parecía.

Sánchez se creyó fusilado en lugar de fusilador, pero no enmendó en ninguna jugada posterior su toquecito infantil. Comparen con los tres cambios de pie de Rodrygo en el área sin perder el control en el tercer gol blanco, si quieren abarcar el abismo entre las plantillas enfrentadas. El Mallorca fue un equipo de Primera División en el Bernabéu hasta el descanso, después se precipitó el 11S.

El Mallorca fue un equipo de Primera División en el Bernabéu hasta el descanso, después se precipitó el 11S

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Si el Mallorca aspira a sobrevivir en la categoría, debe contagiarse del espíritu kamikaze de Maffeo. Los expertos prefieren los deportistas pompier, véase Federer frente a Nadal, pero los mallorquinistas demostraron ayer que no están para filigranas. El catalán sacó de quicio a un Vinicius que tuvo que emigrar al centro, y que también agita los puños más que un tenista, dónde quedó la caballerosidad deportiva. El lateral mallorquinista desborda con su aura de killer disfrazado de Daniel el Travieso. Aparte de compartir su entrega, al equipo también le vendría bien ganar algún partido en Son Moix, o como se llame.  

El lector riguroso advertirá un contraste entre las consideraciones pacíficas aquí delineadas y un resultado abrumador, de paliza. El 4-1 de ayer ni siquiera mejora sustancialmente al 6-1 del año pasado ante idéntico rival, si bien un portavoz gubernamental determinaría que la inflación de goles se ha reducido en un treinta por ciento. La teoría de «hemos aguantado la primera parte» es tan ridícula como la responsable de la seguridad de Nueva York al señalar que «2001 ha sido un año con tasas de asesinatos inmejorables, si descontamos el 11S».

Los mallorquines solo conservarán la categoría si se contagian del espíritu kamikaze de Maffeo

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Igual que hay una «sensación de saturación turística», que ya es fraternalmente compartida por José Hila, Iago Negueruela y Marga Prohens, también ayer padecimos una «sensación de saturación de goles». Dejemos a los forofos que hablen de un Mallorca mejor de lo esperado, pero la solidez a tiempo limitado del resto del equipo deja patente la absoluta insolvencia de Dani Rodríguez, siempre sobrevalorado pero ahora sin ninguna justificación deportiva para su alineación. 

La sensación de una goleada de crueldad relativa se debe a que el Madrid cumplimentó su cuarteto cumpliendo escrupulosamente con el Decreto del Gobierno sobre ahorro energético. Los ganadores inevitables mantuvieron el termostato entre las temperaturas reglamentadas, sin empeorar el cambio climático pero sin afectar tampoco a las exigencias jerárquicas de LaLiga. Solo perdió los papeles el derviche giróvago Vinicius, superado por Maffeo al igual que Rodrygo, Valverde y casi el juez de línea en la arrancada del gol inicial que desató unas expectativas desproporcionadas. Despertar al león no concede una ventaja de partida, solo empeora el resultado final.  

Para los humildes, LaLiga no consiste en derrotar a los mejores, sino en desear la catástrofe de los mediocres. De ahí que el partido más importante disputado por el Mallorca esta jornada sea el Cádiz-Barça, seguido del Elche-Bilbao. Facilitan la búsqueda de tres víctimas propiciatorias. De paso, el segundo gol culé a cargo de Lewandowski es un máster de delantero centro. No hay cinco jugadores en el mundo con esa anticipación intelectual, visual y material. El Mallorca tiene a Sánchez.

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