Los equipos italianos son los inventores del catenaccio pero Javier Aguirre está demostrando que es un aventajado alumno, que ha sabido transmitir a sus jugadores cómo hay que morder, luchar y anticiparse para mantener la portería a cero. El Mallorca volvió a ser ayer un muro inexpugnable para un Rayo Vallecano que probó un poco de su propia medicina. Los de Iraola no habían encajado tanto alguno en sus dos recientes visitas ligueras a Barcelona, y con ello sumó cuatro puntos. El Mallorca le endosó sus dos primeros goles, y ninguno fue fruto de penalti como le ocurrió al Mallorca en Son Moix ante el Betis.
El once rojillo se mostró como un equipo infranqueable, cerrando las otras veces peligrosas bandas de Alvaro García y Salvi Sánchez y sacando de quicio a un Trejo que no pudo filtrar ningún pase por el centro de la defensa mallorquinista. Bastó esto y la eficacia en el remate de Muriqi para poner al Mallorca por delante, algo que puede que esta temporada sea tener el trabajo medio hecho. Defensa y contraataque cuando se puede es la fórmula.
En la segunda mitad hubo más descaro por parte visitante, dejando entrever que con algo más de ambición se pueden lograr metas mayores, especialmente si Kang in Lee sigue demostrando que atesora mucho fútbol en sus botas y que Muriqi es capaz de rematarlo todo.
El partido deja una gran victoria y un gran fichaje, el que supone volver a ver sobre el césped a Ruiz de Galarreta, que puede ser esa pieza que le falta al medio campo rojillo. Si Ortells cumple con lo anunciado con Aguirre y nos trae en lo que queda de mercado un buen delantero y otro defensa de garantías, puede que la permanencia no sea una quimera.
