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Fútbol

Osasuna-Real Mallorca: Morbo Budimir

El delantero de los navarros se reencuentra por primera vez con el club bermellón, del que salió por la puerta de atrás al declararse en rebeldía en 2020 y que vendió por ocho millones de euros

Budimir celebra un gol con el Mallorca. MANU MIELNIEZUK

«Solo faltaría que Ante Budimir nos enviara a Segunda», aseguraba ayer un joven mallorquinista en un bar de Palma. Sería una jugada cruel del destino porque el delantero de Osasuna, que llegó a ser ídolo en Son Moix no hace tanto, es una de las grandes amenazas del partido de mañana en el que los bermellones buscan certificar la salvación. 

El croata peleará con los Valjent, Raíllo y compañía, con los que compartió vestuario tantas veces. De la última vez ya han pasado casi dos años, pero lo cierto es que jamás se habían enfrentado desde entonces porque en el duelo de la primera vuelta estaba lesionado y no se desplazó a la isla. Sin embargo, este domingo será titular.

Budimir, máximo goleador de los navarros con ocho goles, aterrizó en la isla en el mercado invernal de 2019 siendo un desconocido en el fútbol español y salió por la puerta de atrás en el verano de 2020. Fue una temporada y media tan intensa como productiva, aunque con un final amargo. Pero mejor ir por partes. El espigado futbolista de Zenica fue una pieza clave en el ascenso a Primera División al anotar seis goles en media temporada, uno de ellos en la mágica noche del 23 de junio, en la vuelta de la eliminatoria por subir ante el Deportivo. Su nombre era uno de los más coreados por los hinchas por su carisma. 

El Mallorca decidió hacer efectiva la opción de compra que tenía sobre el jugador y abonó 2,2 millones a su club de origen, el Crotone. Durante un año, Budimir se convirtió en una de las piezas indiscutibles del equipo en la elite, con una gran confianza de Vicente Moreno, pero sus trece tantos no pudieron evitar el descenso a Segunda. 

Budimir se declaró en rebeldía en plena pretemporada en el verano de 2020 y se negó a jugar con el Mallorca en la categoría de plata porque aspiraba a tener visibilidad para disputar la Eurocopa, lo que provocó que la dirección deportiva le buscara una salida en el último día del mercado estival. La entidad recibió 270.000 euros por la cesión del jugador a Osasuna, que estaba en Primera, y además se ahorró la ficha más alta de la plantilla (1.5 millones). A cambio, también se hizo con la cesión de Marc Cardona. El internacional triunfó en El Sadar al anotar once goles y por eso Osasuna decidió hacer efectiva la opción de compra, por ocho millones, la más alta de su historia.

El Mallorca, además, se guardó un as bajo la manga. En caso de un futuro traspaso, se reservó un 25% en la plusvalía de la venta del jugador. Así, según el acuerdo, Osasuna deberá abonar al Mallorca un cuarto de la cantidad que supere los ocho millones en una futura venta. 

Los navarros fijaron la actual cláusula en 20 millones, por lo que si algún club abona esa cantidad para hacerse con los servicios del delantero croata, el Mallorca recibirá tres millones de euros por la operación -un cuarto de la plusvalía que en este caso asciende a 12 millones-. Está por ver qué sucede con su futuro, pero lo que está claro que sería mejor que en este último encuentro, ante el equipo que le abrió las puertas de la Liga en España, no luciera. El morbo está servido.

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