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Primera División

Real Mallorca-Granada: El día de la infamia

Los bermellones firman una de las páginas más bochornosas de su historia ante el conjunto andaluz en un encuentro en el que los jugadores se dejaron ir en la segunda mitad, mostrando una imagen pésima y abochornando a una afición que no falló a la cita

Raíllo, sentado en el suelo tras finalizar el partido del Mallorca ante el Granada. GUILLEM BOSCH

Espanto, tristeza e indignación. El sentimiento de los ya pocos mallorquinistas presentes en Son Moix al final del partido ante el Granada definía el horror y vergüenza que habían sentido al ver al Mallorca ser humillado en casa, por un rival directo por la permanencia y que endosó una goleada histórica (2-6) que fulminó la esperanza de muchos y que deja la salvación en manos del resto. 

El estadio era una fiesta pocas horas antes del partido. Era el día señalado por todos para conseguir un triunfo que tumbara a un contrincante y dejara la permanencia medio sellada. Son Moix respondió con la mejor entrada del curso, pero todo se estropeó tras el pitido inicial. La alegría y sonrisas dieron paso primero al terror y luego al enfado. Y es que el Mallorca protagonizó un partido esperpéntico, terrible en lo futbolístico y vergonzoso en la actitud. 

Ya desde un inicio, se vio a un equipo agarrotado, excesivamente nervioso con las decisiones del colegiado y errático. El primer gol del Granada habló de que no hay defensa. Hasta tres jugadores remataron tras un saque de esquina, algo imperdonable con lo que hay en juego. Tan solo el golazo de Salva Sevila, de lo poco salvable este sábado en Son Moix, pareció despertar del letargo al equipo. 

Porque más allá de eso, no pareció que se estuvieran jugando la categoría. Lentos en la construcción y erráticos en la finalización, el sistema hizo aguas por todos lados, con una defensa de mantequilla y un centro del campo inoperante. Tiene un problema enorme Aguirre con los centrales. Valjent y Raíllo, y en especial el eslovaco, están firmando una temporada para el olvido. Ante el Granada llegaron tarde a la mayoría de acciones, fueron superados con excesiva facilidad y se empeñaron en buscar culpables en el resto del equipo. 

Razón tampoco les faltó. Futbolistas como Take Kubo, abucheado por la afición por primera vez en dos años, Dani Rodríguez, Baba y un largo etcétera fueron monigotes al lado de la intensidad y actitud de los hombres de Karanka. Y todo se magnificó en una segunda mitad de pesadilla. 

Solo se llevaba un minuto cuando Escudero finalizó una gran jugada nazarí con la aprobación con la mirada de los futbolistas del Mallorca. El tanto de Raíllo dio una falsa ilusión de remontada que Jorge Molina se encargó de demoler en cuarenta minutos de pura exhibición. Primero, cayendo a la espalda de Valjent y asistiendo a Puertas, que batió a Rico de tacón. Después, tras recibir a cinco metros del área, tuvo todo el tiempo del mundo para girarse y disparar raso, un tiro flojo pero colocado que dejó a Rico muy mal parado. Y Son Moix pasó a silbarle cada vez que tocó el balón. 

El cuarto gol acabó con la esperanza bermellona y dibujó un partido en el que el Granada pasó a divertirse con sus aficionados y los bermellones sucumbieron por completo. Descolocados en todo momento y sin reacción desde el banquillo, empezaron a hacer la guerra por su cuenta, ofreciendo un espectáculo como no se había visto nunca en Son Moix. El único que se salvó de la quema fue Maffeo, que tiró de orgullo y así se lo agradeció el público a medida que iba abandonando el estadio con el paso de los minutos. 

Lo mejor para el Mallorca es que no tiene tiempo para lamentarse. El fallo ya está hecho y ahora solo puede pensar en cómo puntuar este miércoles en el Sánchez Pizjuán, ahora vital para intentar salvarse. Tras ello, llegará en seis días el Rayo en Son Moix y una semana después Osasuna. No está todo perdido. 

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