Suscríbete Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

Goleada después del café, por Gabriel Forteza

Muriqi, ayer en el partido ante el Granada. GUILLEM BOSCH

Era pronto. Alrededor de las nueve de la mañana. Entré en mi cafetería habitual, periódicos bajo el brazo y con la intención de repasar las previas del partido en diferentes diarios.

En una mesa a cierta distancia había dos personas con la camiseta del Granada y hacían lo mismo, es decir, tomarse un café y repasar la actualidad deportiva de los periódicos, con sus desayunos sobre la mesa.

Faltaban aún cinco horas para que empezara el partido y ese ritual del café con la prensa también es fútbol, forma parte de la liturgia de los días llamados grandes o importantes con tu equipo en el cartel.

No sé si son residentes en Palma o seguidores llegados desde la ciudad de La Alhambra, pero ahí estaban para apoyar a su equipo.

No les dije nada. No hablamos. No procede. La tensión va por dentro y las ilusiones también. Y no sabían lo que les esperaba. No tenían ni idea.

En un día clave en la lucha por la permanencia, su equipo, el Granada, le asestaba un golpe mortal al Mallorca. 2 a 6 fue el resultado, una goleada en el marcador y en el estado anímico de un Mallorca roto, ridículo y lamentable en un día importante. No sé si siguen por aquí o si se han ido, pero sí sé que su estado de ánimo ya ha superado con creces los temores que pudieran tener a la hora de aquel café.

Compartir el artículo

stats