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Fútbol

La salvación del Mallorca depende de los demás

Aguirre entregó el partido antes de empezar, confía más en los otros equipos que en el suyo. Alejandro Garcia

Si la bola de la ruleta cae veinte veces consecutivas en negro, la probabilidad de que la vez número 21 sea rojo sigue siendo del cincuenta por ciento. Se han perdido millones de euros por apostar a que el mecanismo debe corregir espontáneamente la tendencia. Se trata de un sesgo que ni un experto estadístico es capaz de erradicar de su cerebro.

Por tanto, la única verdad irrefutable al contemplar tres derrotas consecutivas de los barcelonistas en el Camp Nou es que el equipo antaño intratable puede ser humillado por escuadras de la debilidad de Cádiz, Rayo o Eintracht. O que el Barça juega con la misma incompetencia que en sus últimos años con Messi, pero ahora no dispone de la muleta del argentino para disimular su declive.

La mala racha de un club difiere de la serie monótona de una ruleta, porque un equipo no es una máquina y en algún momento puede explosionar la rabia acumulada. Es difícil que esta sobreexcitación se produzca en el Barça, que ha pasado de tener un De Jong bueno y otro malo a tener un De Jong malo y otro peor.

Según queda demostrado hasta ahora, el Mallorca no jugaba ningún papel reseñable en el Barcelona-Mallorca antes del partido. Y tampoco después. La falta de fe de Aguirre, ese entrenador que desea curar al club por medio de la palabra, se demuestra en la eliminación de Baba de la alineación pensando en el Granada. La sobredosis de defensas al Kubo de fiabilidad dudosa era otra invitación a la goleada. En cuanto a la retirada de Piqué casi antes de empezar, que se permita alinear al socio de Rubiales da idea de la degeneración de LaLiga.

A diferencia de la ruleta que subyuga a numerosos futbolistas, el fútbol no es rojo o negro, azulgrana o blanco. El Mallorca contribuyó a endulzar la paupérrima imagen del Barça, un conjunto sin figuras pero con fisuras. Su presencia sobre el campo es más tediosa que observar el giro de la bola en un casino.

Aguirre se rindió de antemano a un Barça hundido anímicamente. El resultado sería el mismo si los dos equipos se enfrentaran en medio centenar de ocasiones, aunque los barcelonistas hubieran perdido catorce partidos consecutivos en su feudo. El Mallorca es tan tozudo en la derrota que modificaría las leyes inalterables de la ruleta. 

El Mallorca ficha aun director deportivo para que se dedique a descalificar a los periodistas, y a continuación se encomienda al gol de Abdón. O monta una defensa tan agujereada que Busquets le marca el gol número quince de su historial, uno por temporada y adivinen a quién le tocaba este año. 

Por fortuna para el mallorquinismo, el Barça-Mallorca es lo menos importante que le sucedió ayer al equipo. El momento clave de la jornada se registró poco antes de las seis de la tarde, cuando el Celta le marcó un gol al Granada. El furgón de cola se ha conjurado para evitar a toda costa el descenso rojillo.

El Mallorca no depende de sí mismo, en cuyo caso estaría condenado según demuestra su cadencia de resultados con menos de una victoria al mes. En contra de lo que pregonan quienes no entienden de ruletas, la salvación mallorquinista depende de los demás equipos involucrados en el descenso, de que sigan desaprovechando las oportunidades de superar a los bermellones.

El Mallorca volvió a compartir la cobardía de su entrenador hasta el último minuto, dio por bueno el dos a uno y jugó el descuento en horizontal

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El Mallorca puede presumir de que ha arrastrado a más aficionados al Camp Nou que el Rayo, aunque un escéptico añadirá que la mayor asistencia se debe a que los culés veían más fácil una victoria ante los mallorquines. En cuanto Ansu Fati salió a calentar, se comprobó que el Mallorca apenas actuó como telonero del delantero, otro de esos jugadores que se pasan más días de su carrera lesionados que en activo, véase Hazard. Algún día habrá que empezar a desconfiar de aquellas estrellas que solo son prometedoras para su cirujano.

De hecho, la entrada en juego del deseado Ansu Fati le supuso un gol de castigo al Barça. No importa, el Mallorca volvió a compartir la cobardía de su entrenador hasta el último minuto, dio por bueno el dos a uno y jugó el descuento en horizontal. No necesitan desgastarse, dependen de los demás.

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