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Opinión

Sufrimiento extremo

Muriqi pugna por un balón aéreo con Laguardia y Lejeune EFE

«Passar pena». Sufrir va con la idiosincrasia de los mallorquines y los aficionados al fútbol no son una excepción. Al Mallorca también le toca este año sufrir como nunca para mantener la categoría.

El partido ante el Alavés fue un máster de sufrimiento, que empezó con dos jugadas que nos llevaron del drama al éxtasis en apenas unos minutos, los que pasaron entre que el VAR anuló el gol del Alavés, por una mano providencial, al remate inverosímil de un Abdón Prats que volvió a demostrar que cuando se le dan oportunidades de jugar sabe aprovecharlas como nadie.

El segundo gol, de Muriqi, al filo del descanso y la inoperancia del Alavés en los primeros minutos de la reanudación debían llevarnos a un partido plácido, de mínimo sufrimiento y máximas expectativas. 

Pero llegó el autogol de Raíllo y la tranquilidad se desvaneció por completo porque al equipo de Javier Aguirre le faltó control de la pelota. 

Se fió todo a seguir defendiendo en bloque, a achicar balones. Y eso no conduce a otra cosa, cuando el marcador es estrecho, que a vivir al borde del infarto.

La victoria, en un partido de los que llaman de seis puntos, los tres que sumas y los tres que no gana el rival despejan el horizonte un poco antes del largo descanso que provoca la final de Copa. 

Se elimina a un rival y se refuerza la idea de que la salvación se logrará si no se concede nada en Son Moix. Pero todavía passarem pena.

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