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Primera División

Una decepción mayúscula

El Elche desarboló de principio a fin el partido diseñado por Javier Aguirre, con un Mallorca de nuevo endeble atrás e impotente en ataque -Los dos fallos de Rico en los goles reabren un debate inacabable en la portería a falta de seis jornadas

Caras de decepción entre varios jugadores del Mallorca tras uno de los goles anotados por el Elche.

Lo mejor del partido del Mallorca en Elche es que la mala imagen, la frustración y la rabia por dejar volar tres puntos ante un rival directo durarán hasta mañana a las 19 horas, cuando dé comienzo la final ante el Alavés en Son Moix. Pero evadir la realidad de los bermellones en el estadio Martínez Valero supone un flaco favor a un equipo que fue superado de principio a fin y en el que el entramado defensivo de Javier Aguirre, que fracasó en Getafe y triunfó ante el Atlético, se rompió mostrando las vergüenzas que han caracterizado al equipo toda la temporada. 

Para empezar, el Elche fue mejor. Fue superior en las áreas, en el centro del campo y en el banquillo. En todo momento dio la sensación de que el equipo que dirige Francisco, que acaricia ya la permanencia, hizo y deshizo a su antojo. Su formación era idéntica a la propuesta por el mexicano, pero la idea de juego y el espíritu ofensivo fue todo lo contrario.

El ‘Vasco’ confió en todos los protagonistas de la victoria ante el Atlético, a excepción del acompañante de Muriqi, que en esta ocasión fue un decepcionante Amath. No acaba de encontrar el cuerpo técnico la pareja de baile ideal para el kosovar, que ha rebajado mucho sus prestaciones.

Sea como sea, el Mallorca dio un paso atrás en su recuperación. Pese a la dosis de moral que supuso el triunfo ante los de Simeone, el sábado se vio a un equipo superado, inseguro con el balón en los pies y accesible en su propia área. El Elche, mucho más incisivo, detectó las fracturas entre laterales y centrales y apuntó ahí con su cañón. Tuvieron varios acercamientos, con fallos incomprensibles a puerta vacía que hicieron presagiar lo inevitable.

El centro del campo con Antonio, Dani y Baba no carburó. Ni creó ni destruyó juego. Y cada recuperación de pelota, que fueron pocas, terminaron con el balón en los pies de un futbolista franjiverde. Los bermellones parecían más centrados en simplemente alejar la pelota del área de Rico que pensar qué hacer con ella. Porque además, cada segunda jugada y cada rebote era propiedad de los de Francisco, algo que desquició a los palmesanos.

La lesión de Jaume Costa y la posterior decisión del banquillo lo cambió todo. Cuando la lógica invitaba a dar entrada a Russo como tercer central y mandar a Oliván al carril izquierdo, Aguirre decidió introducir en el campo a Gio González y colocar a Maffeo, que había sabido contener a Mojica hasta el momento, en la izquierda. Y peor no pudo salir el invento. Tras una jugada embarullada en el área, el balón le cayó al colombiano que, pese a estar rodeado de camisetas rojas, tuvo tiempo para disparar y marcar, ayudado también por la falta de agresividad del uruguayo en el marcaje. 

El triunfo importó tras el 1-0

Y todo el plan se vino abajo. Tras el descanso, Aguirre se ‘cargó’ a Dani Rodríguez y Maffeo para dar entrada al dúo asiático de Take y Kang In. Adiós a los cinco defensas y como locos a por el empate. Y lo cierto es que durante cinco minutos pareció funcionar. El tiempo que tardó el Elche en enterarse del cambio y modificar su sistema. Y en el 55, el técnico del Mallorca agotó los cambios (una decisión arriesgada que le obligó a mantener a Raíllo cojo veinte minutos) metiendo en el campo a Ángel Rodríguez y Salva Sevilla. Pero de nuevo los problemas en ataque volvieron a aparecer. 

Es cierto que el equipo empezó a rondar el área de Badía, que no tuvo que intervenir hasta el minuto 87, pero tiene un problema enorme para generar ocasiones claras. Hicieron cierto el tópico de que no por meter más jugadores de ataque atacarás mejor. Porque las jugadas no acabaron en disparo, los pases certeros no llegaron y cuando lo hicieron, no fueron aprovechados. 

Pero todo dejó de importar a mediados de la segunda mitad. Fue un día para olvidar y se completó con dos regalos de Rico que acabaron por enterrar el equipo. El primero, saliendo tarde y mal a por un centro de Fidel, regalando al mallorquín Bigas su primer gol del curso. Y el segundo, que ya sentenció el partido, intentado blocar un mal control de Tete Morente, que no un disparo, provocando que el balón impactara en un despistado Kang In y haciendo que el electrónico registrara el tercer gol.

Si en la primera vuelta fue la irregularidad de Reina y la falta de recambio uno de los grandes males de cabeza para Luis García, la llegada del sevillano no los ha disipado. Paró un penalti ante el Getafe y no tuvo que intervenir ante el Atlético, pero este sábado en Elche, tras una buena primera mitad, ofreció un dantesco recital de errores que no hacen sino acrecentar las dudas sobre si es el portero indicado para las seis jornadas que quedan de Liga. El Mallorca parece fiar la permanencia a Son Moix. Y se espera con eso baste. 

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