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Fútbol

Luis García, el último en enterarse de su despido del Mallorca

El entrenador madrileño abandona el Mallorca hundido y dolido por las formas del club en su salida

Luis García, el domingo en Cornellà-El Prat, en su último partido como entrenador del Mallorca.

Luis García abandona el Mallorca hundido e incrédulo por cómo se ha producido su salida. En la frenética jornada de ayer, y hasta que el club no hizo oficial su destitución a las 19.08 de la tarde en un frío comunicado, el entrenador madrileño no daba crédito a que nadie de la entidad, especialmente el director deportivo Pablo Ortells, la persona que le fichó, y el CEO de Negocios Alfonso Díaz, le dijera nada cuando ya negociaban con el mexicano Javier Aguirre. Del minuto a minuto de lo que ocurría se enteró por la prensa. «Todo lo que sé es lo que estoy leyendo», decía a personas de su entorno. Hasta que desde el club le comunicaron su cese a las 17.30, una hora y media antes de hacerlo oficial.

El mutis de los dos principales dirigentes de la entidad en Palma, en ausencia de Robert Sarver y Andy Kohlberg, residentes en Texas (Arizona), se prolonga desde hace un mes. La relación entre Ortells y Luis García, considerados amigos hasta hace muy poco, ha sido prácticamente inexistente. En plena crisis de juego y resultados, la sintonía entre ambos ha sido nula. Y el técnico ya intuía lo peor cuando, después de la derrota ante el Espanyol, el pasado domingo, no intercambió ni una palabra cuando esperaba un mensaje de ánimo, por frío que fuera.

El técnico se ha sentido muy solo esta temporada, en Son Bibiloni, en el banquillo y en la sala de prensa

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La decisión de la destitución, que el afectado asegura entender porque los resultados mandan, no se tomó tras perder en Cornellà-El Prat, en la enésima actuación decepcionante del equipo. Ortells decidió prescindir de Luis García en cuanto el Cádiz marcó el gol de la victoria sobre el Villarreal que dejaba al Mallorca en posiciones de descenso. Fue en ese momento cuando el director deportivo llamó a Arizona en busca del permiso para proceder a un cambio en el banquillo. La suerte de LGP estaba echada.

La soledad del técnico continuó al día siguiente, lunes, en el entrenamiento matinal en Son Bibiloni. Ortells no compareció y Luis García dirigió la sesión completamente solo y temiéndose que podía ser su último día al frente del equipo. «Aquí, nosotros solos», se escuchó decir a un jugador, en tono crítico por el trato que estaba recibiendo el técnico. Y es que la plantilla, o al menos los capitanes, trasladaron su apoyo a su todavía entrenador. Raíllo, Reina, Salva Sevilla y Dani Rodríguez tuvieron un cara a cara con Luis García en el que le confesaron que estaban con él. Incluso Maffeo, blanco de las críticas en Madrid por su severo marcaje a Vinicius, agradeció a su entrenador que saliera en su defensa en la rueda de prensa previa al partido ante el Espanyol, cuando el turno de preguntas ya había finalizado. 

Y es que Luis García se ha sentido muy solo en el año y medio que ha estado en el club, más esta temporada que la anterior, en la que todo fue a pedir de boca. Ante el silencio de Díaz y Ortells, se ha visto obligado a tocar demasiados palos, siendo la cara y la voz del club. El madrileño no se ha cansado de repetir a los suyos que falta liderazgo en la entidad. No entiende, por ejemplo, que sus encuentros con Ortells hayan sido siempre superficiales, cuando en anteriores etapas en otros clubes eran fluidas, las que deben ser entre un entrenador y un director deportivo.

Luis García ya es historia. Será recordado por su simpatía, por el ascenso a Primera y por un hundimiento sin precedentes.

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