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Análisis

La salvación pasa por reforzarse en todas las líneas

Pablo Ortells debe hacer en enero lo que no consiguió en verano, fichar (bien), en defensa, centro del campo y, sobre todo, ataque para frenar la caída en picado

Luis García se queja de una decisión arbitral en el partido del sábado contra el Levante.

Es de nuevo la hora de Pablo Ortells, el director deportivo del Real Mallorca. Desde el pasado día 1 y hasta final de mes todas las miradas recaen en su persona, el encargado de reforzar el equipo y satisfacer las exigencias de un Luis García a quien el grupo se le ha ido de las manos. Hace tiempo que el colectivo rojillo vive de rentas. El problema es que la situación nunca es eterna y algún día el botín se acaba. Al Mallorca los veinte puntos que figuran en su casillero todavía le son suficientes, hasta que dejarán de serlo.

El paso de las jornadas ha demostrado que la calidad de la plantilla para intentar la permanencia es muy justa. Es verdad que la mala suerte en forma de lesiones -Greif, Raíllo y Hoppe, fundamentalmente- ha supuesto un handicap importante, pero la realidad es que al equipo le cuesta horrores imponerse a los rivales, con solo cuatro victorias en su casillero. Escudarse en las muchas bajas a lo largo del curso, como se encarga de recordar un cada vez más nervioso Luis García, es un argumento que no se sostiene. Todos los equipos sufren lesiones, unos más, otros menos. Todos los equipos en algún momento se ven perjudicados por decisiones arbitrales erróneas, no solo el Mallorca. La realidad es que el equipo ha dejado de funcionar en defensa -eternamente lesionado Greif, al técnico se le ha acabado la paciencia con Reina y ha optado por dar la alternativa al joven Leo Román-; el centro del campo depende demasiado del ahora ausente Baba, con un irregular Galarreta que no tiene sustituto porque Salva Sevilla ya no está para según qué trotes; y qué decir de la delantera, donde entre los cuatro especialistas del gol suman cuatro dianas, una cifra que deja retratado a Ortells. El club se gastó un pastón en una promesa, Hoppe, cuando lo que se necesita en Primera son realidades. La falta de gol, entre otras muchas carencias, está condenando al equipo.

El feo gesto con Abdón. La cara del delantero de Artà cuando entró al terreno de juego a falta de 45 segundos para el final del partido lo decía todo. El enfado debió ser monumental, y con razón. Pero tan mal estuvo Luis García en su decisión, que sobraba, como en la explicación, que no dio, para justificar la entrada del punta mallorquín. «Abdón lleva un gol en 18 partidos y Fer Niño dos. Intento encontrar un delantero que marque goles, no es un tema de nombres». Ortells tiene motivos para sentirse aludido.

La expansión del virus no permite nigún tipo de benevolencia con nadie, por muy Djokovic que uno sea

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El grave error de Djokovic. Un juez federal sobre migraciones decide hoy el caso Djokovic, que ha dejado de ser un tema deportivo para convertirse en un conflicto diplomático de primer orden. Todo lo que no sea la salida de Australia del número uno del tenis mundial será un escándalo mayúsculo. Las normas en el país oceánico son claras, el que no esté vacunado no entra en el país. Y esto debería haberlo valorado Djokovic, que como muy bien dijo Nadal, sabía que su negativa acarrearía consecuencias. El tema no es para tomárselo a broma. Son más de seis millones de personas fallecidas en el planeta por culpa del maldito virus, y los cien mil casos diarios en Australia en los últimos días no permite ningún tipo de condescendencia con los no vacunados, por muy Djokovic que uno sea.

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