Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fútbol

La Copa tiene acento mallorquín: Los bermellones muestran detalles para la esperanza

La remontada del Mallorca en Ipurua sirve para alimentar las ilusiones de llegar lejos en el torneo del KO y elevar su autoestima / Volvió a demostrar hambre, intensidad y pegada, aspectos desaparecidos en la Liga

Los jugadores del Mallorca celebran el tanto con Ángel, que le dio el pase a los octavos de final de la Copa del Rey. EFE

El objetivo era ganar en Ipurua para meterse en los octavos de final de la Copa del Rey, pero no era lo más importante. Está por ver si se confirma mañana en el Ciutat de València ante el Levante, pero lo mejor del triunfo ante el Eibar (1-2) fue que el Mallorca fue capaz de levantarse y deslizar algún detalle que invita a la esperanza para la Liga. 

Sin demasiados fuegos artificiales y después de una primera parte en la que volvieron a aparecer los fantasmas de la competición de la regularidad, los bermellones demostraron personalidad, sacrificio y pegada para remontar en la segunda parte con un buen juego. Es cierto que se medían a un conjunto de la Segunda División, que está en puestos de ascenso directo, pero el equipo dio señales de lo que fue capaz de hacer en el tramo inicial de la temporada. 

Obtener conclusiones sería una temeridad, pero en esos cuarenta y cinco minutos el equipo demostró hambre, ganas de morder al adversario y mucha intensidad, con dos nombres propios que destacan sobre el resto. Galarreta y Javi Llabrés, uno experimentado y el otro novato, elevaron el nivel para ir metiendo atrás a un Eibar que era incapaz de frenar el juego combinativo de un Mallorca que mostraba tensión. El centrocampista, que entró tras el descanso, aportó el equilibrio y el dinamismo que necesitaban para someter al rival. El vasco había bajado su nivel en sus últimas actuaciones, ya desde antes de Navidad, por lo que una actuación así debe elevar su autoestima. 

Llabrés se soltó, expresión que utilizó Luis García para definir su concurso. El extremo de Binissalem creó peligro y sacó carácter, a pesar de sus diecinueve años. Ya participó en el gol de Gayà, que marcó con olfato a pesar de ser central, y sirvió un pase desde la banda izquierda para que Ángel, otro que lo necesitaba, cabeceara con talento para poner el 1-2 final. La alegría fue inmensa en un grupo que necesitaba volver a ganar. Estar en el bombo de octavos de la Copa del Rey es un premio, pero si esta victoria sirve de punto de inflexión para la Liga, se habrá convertido en oro.

Compartir el artículo

stats