Era de esperar que más pronto que tarde se produciría el relevo en la portería del Mallorca. El club ha apostado fuerte por la contratación de Dominik Greif y difícilmente se iba a permitir el lujo de tenerle toda la temporada en el banquillo. Lo que muy pocos esperaban es que el cambio llegaría tan pronto, con solo siete jornadas disputadas y después de la goleada en el Bernabéu.
Greif es el presente y el futuro del Mallorca. Desconocido para todo el mundo, este eslovaco de 24 años destaca por su impresionante planta, a falta de que demuestre la calidad que se le supone. Internacional con su país, sería injusto valorarle por lo que se le vio en su debut ante Osasuna. Necesita tiempo para todo, para conocer el idioma, la ciudad, las costumbres de su nuevo país de residencia y, sobre todo, familiarizarse con sus nuevos compañeros. Se le vio nervioso con el balón en los pies. Habrá que confiar en que haya sido cosa de los nervios del debut y no una constante en una cualidad que se les supone a los guardametas modernos. También estuvo dubitativo en las salidas y poco se le puede reprochar en los goles, complicadísimo el primero por la violencia del disparo, imposible el segundo por la perfección en la ejecución de Íñigo Pérez y vendido en el tercero por la facilidad con la que remató Javi Martínez.
Reina se ha ganado con creces el aprecio de la afición. Pieza clave en el resurgir del equipo en las últimas temporadas, con el ascenso consecutivo de Segunda B a Primera, el malagueño haría mal en rendirse antes de hora. Porque si una cosa ha demostrado Luis García, y Reina le conoce mejor que nadie, es que no se casa con nadie. Así como le ha retirado la titularidad, se la puede devolver cuando menos se lo espere. De momento, le tocará esperar. Los seis goles del Bernabéu y el importante desembolso que ha hecho el club por Greif le ha pasado factura.
