El Mallorca ya sabe lo que es ascender a Primera División, esta es la novena vez que lo consigue en sus 105 años de historia, pero nunca lo había hecho de una forma tan extraña. Tiene el mismo valor que cualquier otra, solo faltaría, pero subir en el salón de un hotel es una anécdota que quedará en la retina de este grupo de jugadores y cuerpo técnico para siempre. Como la gesta que han firmado esta temporada. El triunfo del Cartagena ante el Almería (3-2), que le daba el billete de forma matemática a falta de tres partidos, desató la locura en la sala Azores del Hotel Silken Atlántida de Santa Cruz. 

Hoy se miden al Tenerife, a partir de las 21:30 horas, pero eso ahora ya da igual. Los jugadores, acompañados en todo momento por el presidente Andy Kohlberg y su esposa, y el director deportivo Pablo Ortells, vivieron con pasión los últimos minutos del encuentro en el Cartagonova. «Que sí, joder, que vamos a ascender», empezaron a cantar. Estaban en el segundo piso del lujoso establecimiento hotelero, pero se les oía perfectamente desde la calle. 

Luis García Plaza desveló que la pasada semana su esposa estuvo ingresada en Son Espases

La locura se desató con el gol de De Blasis de penalti, que significaba el 3-2 definitivo. Se abrazaron, hicieron una piña porque sabían lo que significaba, aunque no todos porque había dos ausentes justo en ese momento. Baba, que había bajado a recepción y pegó un brinco enorme al ver el tanto a través de una pantalla, y el técnico Luis García Plaza, que de los nervios había preferido vivirlo en su habitación. Ambos se unieron al grupo para vivir juntos el pitido final en Cartagena y sentir que habían llegado al cielo.

Empezaron a aparecer latas y botellines de cerveza por todos los rincones, que no solo sirvieron para refrescar el momento, sino para bañar al que estuviera despistado. «Ojo que hay partido mañana», gritaba García Plaza con sorna. Por una vez, nadie le tomaba en serio. En ese momento empezó a sonar a todo volumen la música, reggaeton, por cierto, y el tono de voz todavía se elevó más y más. «Págate algo, presi págate algo», se oyó entre carcajadas. Todo un mensaje para un complacido Kohlberg, que cogió su móvil para fotografiar desde la ventana al único mallorquinista que acudió al hotel a celebrar el ascenso. Era Toni Amengual, un mallorquinista de Muro que estudia la carrera de Biología en Tenerife y que también fue mojado por los Abdón, Álvaro Giménez y compañía. Fue uno más pocos minutos después, cuando toda la expedición salió a la calle, a la Avenida Tres de Mayo, para compartir con los enviados especiales de la isla el momento. La escena es inolvidable, para asombro de los transeúntes que pasaban por una de las principales arterias de la ciudad y que no sabían lo que estaba pasando. El manteo al técnico será una de las imágenes icónicas del curso, sin duda, como la chilena de Abdón en Almería o alguna de las obras de arte de Salva Sevilla. Y más después de que el preparador madrileño desvelara que su esposa estuvo ingresada la pasada semana en Son Espases por un problema de salud, una circunstancia que le impidió asistir a un entrenamiento en la previa ante al Alcorcón.

La euforia del momento impedía formar la fotografía de familia en condiciones, la que siempre se ilustrará para inmortalizar este tremendo éxito, aunque hubo final feliz, como el de esta Liga. «El Mallorca es de Primera, el Mallorca es de Primera», gritaban en bucle hasta que llegó la madrugada. Es lo que se han ganado en el campo y han celebrado muy lejos, a 2.128 kilómetros de casa.