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Luis García Plaza, entre la alegría y el alivio

El técnico del Mallorca vive con nervios el partido desde la tribuna cubierta de Son Moix

Luis García celebra el final del encuentro junto al analista Raúl Gallego en la tribuna cubierta de Son Moix. Manu Mielniezuk

«Voy a estar atacado de los nervios», confesó Luis García Plaza cuando fue preguntado el viernes sobre cómo viviría el encuentro ante el Mirandés lejos del banquillo por culpa de la sanción de dos partidos. Y no mintió, está claro. Los nervios y tensión de los noventa minutos se convirtieron en alivio, primero, y alegría, después, cuando el colegiado cántabro López Toca señaló el final.

Acompañado por el analista Raúl Gallego, el entrenador del Mallorca se ubicó en la grada, en uno de los pupitres de la Tribuna Cubierta, para seguir el encuentro. La expulsión en Sabadell le privó de estar cerca de sus pupilos, toda una tortura para una persona tan cercana como el madrileño. Confía a ciegas en Pedro Rostoll, su ayudante y sustituto en la zona técnica para este encuentro y el del próximo sábado en La Rosaleda de Málaga. «Después de mi mujer, es con la persona que más tiempo he pasado de mi vida», desveló ante los periodistas. Pero a García Plaza le va la marcha. Es de los que quiere estar. Siempre, sin excepción. Sus gestos no difirieron mucho de los que hubiera hecho cualquier mallorquinista que se hubiera sentado en esa grada si la pandemia no existiera. Incluso consultaba el teléfono móvil. Su reacción ante el gol, a la media vuelta de Abdón, evidenció lo que deseaba que su equipo se pusiera por delante. Los precedentes de Castalia y La Nova Creu Alta son demasiado recientes. García Plaza cerró los puños, los chocó con Gallego y respiró.

Llegó el descanso y no bajó al vestuario. No podía. En la reanudación lo pasó peor cuando parecía que iba a estar más tranquilo. El segundo tanto del Mallorca invitaba a la fiesta pero, cuando el Mirandés recortó distancias, García Plaza torció el gesto. No era para menos. Empezaba su particular agonía que no duró demasiado. El Oviedo empató al Almería y después el choque acabó en Son Moix. Ahí sí que se soltó. No era para menos. Objetivo cumplido.

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