Terminada la primera parte un aficionado mallorquinista me mandaba un mensaje ante el que tuve que reaccionar sí o sí, como se dice ahora. «Menos mal que ha hecho gol Abdón, porque le ha quitado uno a Amath y ha fallado otro». Mi respuesta fue contundente. «Sí, pero siempre está ahí, donde tiene que estar un goleador. Álvaro ni las huele y de Cardona no sabemos nada». Era justo que reivindicara una vez más al mallorquín, que con otro gol maravilloso nos llevó hace dos años a Primera y que demuestra que tiene la titularidad bien ganada en este equipo, le traigan a quien le traigan. Y eso que todavía no había protagonizado la acción del segundo gol. De rebote sí, pero había que estar allí para provocar ese gol que nos deja más cerca de la Liga Santander. Ha sido una victoria trabajada, porque lo son todas en este final de Liga donde cuesta un mundo ganar. Que se lo digan al Almería que, como el Mallorca, se puso por delante con un 2-0 y acabó cediendo un empate tras fallar un penalti y encajar dos goles. La ventaja ahora sobre los almerienses es abismal, cuando faltan cinco jornadas y puede que los andaluces no sean ni siquiera terceros porque el Leganés puede hoy arrebatarle esa plaza. Nada es como se ve definitivo, pero el Mallorca tendría que perder tres de los cinco partidos que le quedan casi para que pudiera producirse el drama. Una victoria como la de ayer rearma al equipo de confianza, rompe una tendencia negativa y nos hace soñar que volveremos a la categoría en la que estábamos antes de la pandemia.