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El Real Mallorca fundido en lo más alto de la clasificación

La inminencia del ascenso directo pesa como una losa sobre el juego del Mallorca, que ha perdido sus señas de identidad

Los jugadores del Mallorca regresan a su posición tras el gol encajado ante el Sabadell. LOF

El Mallorca vive sus horas más bajas de la temporada. Enfadados con el gol, el equipo acumula dos derrotas seguidas por primera vez este curso y lo peor es que está acusando en exceso la responsabilidad que supone el ascenso directo, que pesa como una losa y que se aleja cada vez que intenta agarrarlo. Todas las señas de identidad de este equipo hasta hace dos meses parecen haberse evaporado, dando lugar a un juego plano, aburrido y con muchas carencias.

Además de tener que adoptar soluciones tácticas para corregir el rumbo ahora que todavía se está a tiempo –lo más positivo es la renta de seis puntos más golaverage respecto al Almería–, Luis García debe trabajar el plano emocional con los jugadores. Tanto ante el Castellón como ante el Sabadell los futbolistas se vinieron abajo tras encajar un gol, teniendo por delante prácticamente todo el partido para remediarlo. Por otro lado, en una temporada tan larga y exigente como la que se está viviendo este año en Segunda, el equipo echa en falta revulsivos desde el banquillo, ya que los jugadores que llegaron para reforzar al equipo no han demostrado nada hasta el momento.

Fragilidad defensiva

Castellón y Sabadell aprovechan sus únicas ocasiones

El Mallorca ha pagado muy caro su falta de concentración en sus dos últimos partidos. Inicio calcado, con dominio bermellón y acoso a la portería contraria, pero que ha acabado con idéntico final: gol en contra. Es fútbol y cualquier equipo puede pintarte la cara, pero no puede ser que la primera (y casi única vez) que se te acercan al área la jugada acabe en gol.

En Castellón una jugada mal defendida por Sastre acabó en tanto de Ortuño; ante el Sabadell, la poca contundencia defensiva terminó en chilena de Jaime con la complacencia de Raíllo. Cuesta creer que un equipo que aún conserva unos registros defensivos envidiables haya encajado con tanta facilidad. Además, viendo ambos goles, da la sensación de que la defensa sufre demasiado en los centros laterales.

Mentalmente al límite

La presión por ascender hace mella al encajar un gol

Las caras y expresiones corporales de los futbolistas tras la diana de Jaime eran un poema. Miradas de circunstancia y gestos de no entender cómo podían ir por detrás del marcador. Hasta ese momento (minuto 12), el plan parecía funcionar. Pero tras el gol, el equipo se vino abajo al completo. Fallos en pases a dos metros, segundas jugadas siempre para el rival y miedo a arriesgar en acciones en ataque, que era lo que demandaba el choque ante el muro formado por Antonio Hidalgo.

Salva Sevilla y Galarreta

Si no están a su mejor nivel el equipo no carbura

La dependencia del juego del Mallorca sobre estos dos jugadores es excesivamente elevada. Ante el Sabadell, Galarreta y Salva Sevilla, mermado tras pasar un proceso gripal esta semana, no estuvieron bien y el equipo lo acusó. Lentos en la circulación y toma de decisiones, no acabaron de darle el ritmo que necesitaba el encuentro y se acompasaron a la parsimonia que propuso el Sabadell.

La larga ausencia del mediocentro vasco (estuvo fuera 49 días por lesión) coincidió con el primer bajón de juego del equipo. Ahora que ha vuelto a recaer en la misma zona, hará bien Luis García en buscar una solución urgente para dotar de más recursos y creatividad al centro del campo.

Atascados en ataque

Si el rival se cierra no hallan la manera de hacer daño

El Mallorca necesita partidos abiertos, con el rival buscándole en su propia área y dejando espacios a la espalda que romper. Así se explica sus buenos números ante equipos de la parte alta, que han propuesto partidos de tú a tú. Y así también se entiende el fracaso ante los de la parte baja. Castellón y Sabadell lo tuvieron claro: dos líneas muy juntas cerca del área y balón para el Mallorca.

Y ahí han demostrado que se colapsan. Los bermellones no saben qué hacer para filtrarse en sistemas defensivos férreos. Si a la falta de velocidad en la circulación se le añade la poca movilidad de los hombres de ataque, queda un rondo de entrenamiento de lado a lado sin llegar a profundizar.

La solución propuesta era jugar por bandas –el Sabadell las regaló todo el partido– para abrir huecos en la defensa, pero ahí se necesitan jugadores desequilibrantes en el uno para uno y con capacidad de centro, pero de los primeros hay pocos en la plantilla y de los segundos todavía menos.

Falta de gol

Álvaro ha desaprovechado muchas oportunidades

Falta mucha pólvora arriba. Abdón, además de Amath, ha demostrado ser el único con capacidad goleadora. A pesar de que en esta segunda vuelta apenas ha visto puerta –dos goles– es mucho más determinante que Álvaro Giménez, que ante el Sabadell ya no es que no marcara, que no es novedad, sino que siquiera creó peligro. Le anularon un gol por fuera de juego, sí, pero no está dando motivos para creer que fue un buen refuerzo.

Además, los atacantes bermelones carecen de capacidad para generar ocasiones por sí solos, más allá de Amath, una cualidad que en encuentros cerrados como los dos últimos habría sido de gran utilidad.

Cambios intrascendentes

Hay jugadores que parecen desconectados del equipo

La época de las rotaciones y todos enchufados es cosa del pasado. A pesar de estar jugando con el once teóricamente titular, los cambios no ayudan a elevar el nivel de juego. Mboula hace ya tiempo que desapareció; Mollejo y Febas siguen siendo intrascendentes, y Lago Junior y Trajkovski pasan todo el tiempo en la grada.

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